Opinión
El infierno del Dairén
«Esa selva es un infierno», así catalogó un migrante venezolano parte de la frontera que divide a Colombia con Panamá. La peligrosa selva es testigo de un flujo migratorio vasto. Según el comisionado de Venezuela de la secretaría general en la Organización de Estados Americanos (OEA), David Smolansky, la semana pasada cuatro venezolanos perdieron la vida intentando cruzar dicho territorio, además de eso, a la fecha se contabilizan 76 personas desaparecidas de la misma nacionalidad.
Mientras en los últimos años los países andinos (Colombia, Ecuador y Perú) eran los destinos más concurridos de la migración venezolana, Panamá en la puerta de entrada a Centroamérica y, en última instancia, en un puente para seguir camino hacia Estados Unidos. Según el Gobierno panameño, 28.079 venezolanos pasaron por la selva del Dairén entre enero y junio de este año. En cambio, durante 2021 esa cifra fue de 2.819. A pesar del riesgo, los flujos de migrantes a pie siguen creciendo; un síntoma evidente de la tragedia que supone para muchas familias seguir viviendo en Venezuela. El chavismo, en voz de su «número dos», Diosdado Cabello, en lugar de lamentar los fallecidos y desaparecidos, calificó las noticias de «manipulación mediática», al tiempo que insistió en advertir a los jóvenes de que «no se dejen engañar», «quédense en Venezuela».
Mientras el chavismo siga controlando el Gobierno en el país caribeño, los números de migrantes irá en aumento. No hay futuro en Venezuela, sobre todo para los jóvenes, mientras Maduro y Cabello sigan mandando. En un país sin Estado de derecho y sin democracia, muchos ciudadanos están dispuestos a arriesgar sus vidas con tal de huir de una situación tan crítica. La selva del Dairén es hoy testigo de dicha tragedia.
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