Opinión

Persecución en Nicaragua como los nazis a los judíos

Veintiséis expresidentes hispanoamericanos han pedido al Papa que intervenga ante la persecución ejercida a la Iglesia y a los católicos en Nicaragua por la dictadura sandinista comunista de Daniel Ortega. El 17 de agosto IDEA –Iniciativa Democrática de España y las Américas– hizo un llamamiento a la opinión pública regional e internacional para «fijar su mirada en Nicaragua» y así «contribuir a la paz». Además de hacerlo público, el texto ha sido remitido como carta al Vaticano pidiendo al Papa Francisco, como «cabeza de la Iglesia Católica universal», «una firme postura de defensa del pueblo nicaragüense y su libertad religiosa».

El texto merece ser tenido en consideración porque su llamamiento no es uno más entre los efectuados por parte de instituciones dedicadas a la defensa de los DDHH, como Amnistía Internacional entre otras, ya que sus firmantes constituyen un referente de indiscutible «auctoritas» en la materia por su pluralismo nacional y elevada responsabilidad y notoriedad públicas alcanzadas en el mundo hispanoamericano. Entre otros, los dignatarios firmantes van desde José María Aznar por España a Mauricio Macri por Argentina, pasando por Eduardo Frei y Sebastián Piñera por Chile, Vicente Fox y Felipe Calderón por México; Óscar Arias y Luis Guillermo Solís por Costa Rica, Iván Duque, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe por Colombia, y Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle por Uruguay, entre otros.

Lo llamativo es que se dirijan en especial al Papa Francisco pidiendo su firme intervención «ante la quema de iglesias y la salvaje destrucción de las imágenes del culto católico […] que mejor recuerda la quema de libros judíos, socialistas y pacifistas y de bibliotecas enteras por los partidarios del régimen nacional socialista alemán en 1933». Esta referencia evoca la crítica lanzada contra el Papa Pío XII por lo que consideraron su silencio ante la política de persecución de los nazis hacia los judíos. Frente a esa acusación se puede argumentar la salvación de la vida de 700.000 de ellos por las actuaciones llevadas a cabo por la Santa Sede, lo que sería un ejemplo claro de la política del «mal menor» realizada por Pío XII.

Ignoramos si es esa la política que lleva ahora el Vaticano en relación con Nicaragua y con el clan dictador orteguiano que, a juicio de los firmantes, tiene como «palmario propósito destruir las raíces culturales y espirituales del pueblo nicaragüense, a fin de hacerlo fácil presa de dominio mediante la destrucción de su dignidad y la fractura de sus raíces culturales, como lo revela la reciente clausura de su emblemática Academia de la Lengua». Más claro, agua; y dicho y escrito queda.