David Cameron

No-líderes

Al férreo mando de Putin o Xi Jinping, en un extremo de nuestro polarizado orden mundial, se contrapone una llamativa ausencia de referentes. Ni a un lado ni a otro del Atlántico

El día que David Cameron se despidió de la vida política sonó de fondo una melodía silbada. Era su particular modo de clausurar, en la misma puerta de Downing Street, una carrera que fue el modelo de tantos otros mandatarios que le han seguido y que ejercen una forma de estar en el poder trufada de desconfianza, primero, y de decepción, después. Unos líderes fallidos que comparten un carácter común, como un «sí pero no» que se diluyera y que no acabara de asentar figuras con el suficiente peso para afrontar los últimos envites, véase crisis identitaria, pandemia, guerra o «shock» inflacionista. Es justo señalar que la historia suele dotar de un halo de grandeza a quienes, quizá, a tiempo real, no pasaron de aceptables gestores, pero las dudas sobre los dirigentes que ostentan los cargos clave en conjunción con una de las eras más convulsas en décadas apelan de manera directa a la necesidad de asideros con la suficiente autoridad para ofrecer soluciones convincentes.

Al férreo mando de Putin o Xi Jinping, en un extremo de nuestro polarizado orden mundial, se contrapone una llamativa ausencia de referentes. Ni a un lado ni a otro del Atlántico. Los problemas que, incluso para el partido demócrata, representa Biden en este momento abren una ventana de oportunidad para que la Unión Europea enarbole el dominio imprescindible en un aprieto como el actual, tan de forma como de fondo. Sin embargo, los centros de poder lucen casi como páramos, con Alemania buscando su espacio (Scholz mediante), Francia disgustada e insatisfecha por sistema con un Macron que no acaba de ser el presidente que anheló, con una Italia más Italia que nunca, devorándose a sí misma, y una división norte-sur, este-oeste que distorsiona la única voz, la de Von der Leyen, que sí presagia estilo. Los retos que nos vienen, o que ya han llegado, exigen determinación y flexibilidad, adaptación y coordinación y, por supuesto, liderazgos consistentes. Hablando de esto, por cierto, a ver ahora en España.