Contrastes

El verano nos regala serotonina, gracias al tiempo para estar más cerca de los amigos, más atentos a los atardeceres, vacaciones, disfrute, descanso y más tiempo para observar contrastes… Ocurrió a plena luz del día, en una playa de Calblanque, Murcia, una zona concienciada con la conservación de la riqueza natural y la biodiversidad.

Me encontraba disfrutando con mis tres pequeños, conectada con los mejores regalos que la vida me ha enseñado a valorar por encima de todo lo demás: hijos y naturaleza. Nadando mar adentro, observando peces y fondos marinos, percibimos cierto alboroto en la playa. Acababa de llegar una patera, posiblemente procedente de Argelia, de la que bajaron tres personas a toda velocidad para perderse después por las dunas de dicho maravilloso y tranquilo parque natural.

El contraste al que me refería es que, como telón de fondo a la huida de unos supervivientes sin un asegurado feliz desenlace, se podía observar un interminable yate con helicóptero propio.

Ver cómo unas personas arriesgan todo en busca de la posibilidad de emprender una vida y tener un futuro, al tiempo que otras no teman quizá derrochar recursos, nos hace reflexionar. Aquellos inmigrantes se perdían entre los arbustos, después de haberse jugado la vida en alta mar, al tiempo que aparecían los patrulleros de la Guardia Civil.

Me acordé de la película «Mediterráneo», una película sobre humanidad y sobre gente buena que hace cosas buenas. Denunciaban en ella la «inacción deliberada» ante el drama humanitario de la inmigración, concretamente en Lesbos, y lo tachaban, directamente, de homicidio. En palabras de su director, es «una película que está por encima de ideas políticas y que intenta acercarnos los unos a los otros, contando, simplemente, una historia de humanidad y de lucha por la vida».

La conquista diaria de la vida ofrece contrastes que nos ayudan tanto a relativizar las percibidas desventajas como a valorar lo que nos viene dado.