Medio Ambiente
Habrá menos pescado y será más caro
El ecologismo conservacionista impone su modelo 2030 a la UE para reducir un 50 por ciento la actividad pesquera con objeto de dar protección a los corales de aguas frías, la biomasa y los ecosistemas marinos en riesgo de extinción
No es menor el conflicto generado por la UE, en aplicación de los desarrollos de la Agenda 2030, a propósito de las 87 zonas de veda impuestas a la pesca de fondo, que solo en la zona del denominado Gran Sol suponen la pérdida del 50% de los caladeros habituales. Como consecuencia de esa medida, gran parte de la flota que ahí faena se verá obligada a desplazarse a caladeros de proximidad, cerca de la costa, donde ya trabajan los pescadores de arrastre. La convivencia de ambas flotas se presume imposible, pues la pesca fija es incompatible con la remolcada. La consecuencia a medio plazo de tal decisión es que numerosos pescadores se van a quedar sin trabajo, se pescará mucho menos, habrá escasez de pescado y subirán los precios.
Las asociaciones pesqueras acusan a la Comisión de la señora Von der Leyen de tomar decisiones devastadoras a las bravas, influenciada por la presión de los lobby eco-globalistas, sin sopesar los daños que se van a producir, y despreciando a los afectados, cuyas opiniones no son tenidas en cuenta, pues en ningún momento se ha intentado negociar ni llegar al más mínimo consenso.
Como en tantas cuestiones hoy, el conservacionismo ecologista va ganando esta batalla que acabará seguramente en guerra, como ya está sucediendo también en el ámbito de la agricultura y la ganadería, y en todos los sectores en general, pues el Fit for 55 de la UE alcanza prácticamente la totalidad de las áreas de producción y consumo.
En el ámbito de la pesca, la decisión de la Comisión se basa en la necesidad de preservar los corales de aguas frías y otros organismos marinos que han de ser protegidos, así como la mejora de la biomasa de especies en riesgo, lo mismo que la fauna marina especialmente diezmada por la pesca durante años.
Siendo verdad que la actividad pesquera descontrolada puede dañar de manera irreversible los océanos, también lo es que el criterio de la UE imponiendo medidas por decreto, sin debate ni diálogo, es lo menos parecido a las normas democráticas, amparado en la urgencia de una catástrofe climática que anuncian con inminencia.
Esa urgencia, como ha ocurrido antes con la pandemia y también con la guerra, está permitiendo a Von der Leyen la imposición de la Agenda 2030 sin calzador y sin transición, lo que ocasiona los problemas que ya conocemos en materias de salud, consumo, energía y ahora alimentación.
Lo más llamativo es que son todas decisiones que se toman sin oposición de ningún tipo en el Parlamento europeo, donde tanto socialistas como populares están alineados con los objetivos 2030 de la Comisión, siendo completamente marginales las voces que se dejan oír, generalmente por formaciones de corte radical y de derechas.
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