Opinión
El «soplo» de la indignidad sanchista
En relación a lo que está sucediendo en España desde que la persona de Sánchez está al frente del Gobierno de la nación, lo explica todo, el que la opinión pública española se haya tenido que enterar del acuerdo con Sánchez para no recurrir el incumplimiento del 25% de presencia del castellano del horario lectivo en la escuela, a través del presidente de la Generalitat de Cataluña. Que preside un Gobierno netamente secesionista y cuya diferencia con sus socios, los de Junts de Puigdemont y Borràs, es sólo por razón de la estrategia para conseguir la secesión que es el objetivo compartido por ambos.
Así, cada día que pasa queda más a la vista, la razón por la que le auparon a La Moncloa en aquella desdichada moción de censura, los discípulos de Chaves y Maduro, aliados con los separatistas catalanes, los Bildus de ETA y los del PNV, pese a sus escasos 84 diputados.
Jamás se ha imaginado tamaña deslealtad con España y los españoles como la protagonizada por Pedro Sánchez con el apoyo de su partido, el PSOE, que deberá pagar el precio de tal ignominia en las urnas y en la Historia. Era inimaginable que un país como España se encontraría un día en la actual situación, con su Historia tan llena de gestas heroicas y tan relevantes servicios prestados a la civilización occidental. Lo último que cabía esperar del inquilino de La Moncloa es el episodio que protagonizó el día de la Fiesta Nacional para intentar evadirse de los abucheos y repulsa de los ciudadanos.
Su socio de ERC ahora –el que traiciona una vez, traiciona siempre que le conviene– «sopla» en TV3 que pactó con él –sin duda en aquella visita que hizo a La Moncloa para acordar la «Mesa para el diálogo»– que en Cataluña se pueden vulnerar la ley y las sentencias de los Tribunales a cambio de que Sánchez siga donde está, y a sus órdenes.
España vive una contradicción existencial con un gobierno que es rehén político de quienes quieren su destrucción. Que la portavoz de Bildu y el mismo Otegui afirmen que están satisfechos con él, debería bastar para acabar con el actual estado de cosas, pero es desolador comprobar que no hay reacción alguna. Las elecciones del próximo 28-M en todos los ayuntamientos de España y en la mayoría de autonomías, serán el test del nivel de hartazgo alcanzado por el pueblo español ante el sanchismo. En su caso, también del nivel de conformismo y mera resignación ante lo que tenemos. En democracia cada pueblo suele tener el gobierno que elige. Y el que merece.
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