Liz Truss

Los 45 días de Liz la breve

Los tories tienen un grave problema de legitimidad, porque un nuevo inquilino no contará con la suficiente credibilidad para hacer frente a la crisis institucional que han creado

No hay duda de que Liz Truss ha hecho historia al convertirse en la inquilina más breve del 10 de Downing Street. A esto hay que añadir que protagonizó la última audiencia de Isabel II. Con ello se ha ganado un hueco en la Historia, porque será una imagen que se repetirá hasta la saciedad. No se puede decir mucho más de una política ambiciosa e implacable, que no pudo convertirse, como le sucedió en su momento a Theresa May, en la nueva Margaret Thatcher. Ha conseguido concatenar un fracaso tras otro a un ritmo vertiginoso, aunque aderezados de sus permanentes disculpas. No ha sido la mejor estrategia para consolidar un liderazgo, porque su debilidad y su falta de criterio han sido sorprendentes. Es evidente que el Partido Conservador es un proyecto agotado y todo indica que no podrán aguantar sin convocar unas elecciones que le conducirán a una espectacular derrota. La única responsabilidad recae en unos diputados ambiciosos que han antepuesto sus intereses y antipatías al bien común de una sociedad que está sometida a una grave crisis económica. Los 45 días de Truss como primera ministra son una auténtica antología del disparate que muestran su absoluta impericia y esa arrogancia que tiene la clase dirigente británica.

Los tories tienen un grave problema de legitimidad, porque un nuevo inquilino no contará con la suficiente credibilidad para hacer frente a la crisis institucional que han creado. En este momento hay una indudable disociación con lo que quiere la calle, porque los británicos reclaman un gobierno fuerte, salido de las urnas, que sea capaz de hacer frente a los problemas. Tras la dimisión surgieron las habituales quinielas, que incluían, incluso, un regreso de Boris Johnson que estaría evaluando sus posibilidades de regresar. Este es el grado de despropósito que ha alcanzado la política en ese país. La sucesión se sustanciará la próxima semana, porque la situación es extremadamente urgente. A esto hay que añadir la imagen que se ofrece al exterior y, especialmente, con la guerra de Ucrania como telón de fondo. Los países que forman esa coalición que apoya a los ucranianos cuentan con varios miembros con problemas graves como Francia e Italia, así como el clima preelectoral en España. Es algo que es muy útil en la estrategia de Putin.