Opinión

Sanchismo político, mediático y judicial

La visceral reacción del sanchismo contra Feijóo y el PP confirma –por si algún votante no sanchista tenía dudas al respecto– que ha sido acertada la decisión del líder popular de dar por concluida la negociación con el Gobierno para la renovación del CGPJ. Que Sánchez afirme que «ya no puede confiar más en Feijóo», es el mejor elogio que podía dedicarle, ya que era esa precisamente la «prueba del nueve» para estar seguro de acertar con él.

Así lo ratifica que todo el sanchismo, desde el vértice hasta la base, esté unánimemente mostrando «su indignación»: el sanchismo político, representado por Félix Bolaños, Yolanda Díaz, las dos Montero –María Jesús e Irene–, Rufián, Mertxe Aizpurúa, Aitor Esteban…; el sanchismo mediático con los editoriales de medios secesionistas catalanes y de los medios oficiales de Madrid y Barcelona; y el sanchismo judicial del «indignado» transitorio presidente del CGPJ, propuesto por el PSOE.

La estrategia sanchista era ya demasiado evidente para encima hacerla posible por la oposición: tener un TC que avale como constitucionales las continuas cesiones que Sánchez concede al separatismo para que le sigan manteniendo en La Moncloa. Ese «do ut des» entre sus intereses personales y los del secesionismo, es tan inimaginable como indigno en un Estado democrático y de Derecho para quien tiene la gran responsabilidad de ser el máximo Ejecutivo responsable de velar por el interés general de España y el bien común de los españoles. «No se puede servir a dos señores», en este caso representados por los españoles y los que trabajan por la destrucción misma de España; esa insalvable contradicción la encarna Sánchez con su obra política, el sanchismo. Por lo demás, es una bofetada en la cara de la independencia del poder judicial y la dignidad de los españoles, pactar la reforma judicial con él, cuando ya tiene «comprometida personalmente» la rebaja de la sedición para satisfacer a los pasados y futuros sediciosos contra la unidad de la nación española, que es el fundamento mismo de la Constitución.

El espectáculo de los últimos meses con el mercadeo partidista de plazas del CGPJ, pone de manifiesto la obscena imagen de un Poder Judicial politizado e ideologizado. Que, «como la mujer del César», no solo debe ser independiente, sino además parecerlo. Ni un Poder Judicial gremial, ni uno de partido: ese es el reto. Entre tanto, que hoy su Partido Sanchista conmemore en Sevilla la victoria de hace 40 años del PSOE que, en palabras de Guerra, «es otro partido».