Automóvil

El veto a los coches con motores de combustión no cuenta con mayoría social

En estos meses de 2022 solo el 2,8% de los vehículos matriculados en España han sido eléctricos

Lorente Ferrer

El pasado mes de septiembre el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) preguntó en su barómetro 3.375 a los españoles sobre la automoción. El dato más significativo fue que el 59,9% de los ciudadanos de este país estaba muy de acuerdo con incentivar el uso del transporte público. Otro 30,3% se mostraba bastante de acuerdo, con lo que la suma de los muy o bastante de acuerdo se elevaba al 90,2% de la población.

Otro 51,6% afirmaba estar muy o bastante de acuerdo con reducir la velocidad en carretera a los vehículos para consumir menos carburante, aunque se encontraban con la oposición del 46,5%, poco o nada de acuerdo con esa medida.

Limitar la circulación de coches no eléctricos en días determinados en ciudades crea en estos momentos una gran división en la sociedad. De hecho, mientras que el 48,8% se declara favorable, otro porcentaje similar, el 46,5%, se manifiesta contrario a esta restricción por parte de las autoridades.

En el Estudio de Prospectiva 3.376, posterior al barómetro antes referido, los españoles se pronunciaban nuevamente divididos ante la prohibición de la venta de coches diésel y gasolina a partir de 2035. Un 49,8% estaba de acuerdo, pero un 43,1% en desacuerdo. Con esos porcentajes no se alcanza ninguna mayoría cualificada para imponer nada sobre ese futuro concreto que la política maneja hoy.

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Big dataAntonio Cruz

Para dejar de vender coches con motor de combustión quedan tan solo 13 años. La mayoría de los vehículos vendidos en Europa siguen portando ese tipo de motores. En lo que llevamos de 2022 solo el 10,4% de los coches matriculados en la UE han sido eléctricos. En España solo el 2,8%. No existe en la mayor parte de la geografía europea ninguna red de recarga proyectada para que en los próximos 145 meses se garantice el abastecimiento en ruta al parque móvil eléctrico que habrá entonces. Por lo que es de esperar una prórroga más allá del 2035 para la comercialización de vehículos «térmicos» dado que no existirá en el 100% del territorio europeo una infraestructura adecuada y que el precio del coche eléctrico seguirá siendo entonces mucho más caro que el tradicional, al que no podrán acceder las clases medias y bajas por problemas de renta. Por lo que entraría en juego un plan B de las petroleras, sustituir la gasolina y el gasóil por combustibles artificiales de cero emisiones contaminantes para seguir utilizando e incluso fabricando vehículos de combustión. Obviamente sin recurrir a los biocombustibles que tanta polémica han creado por su impacto en la agricultura y la alimentación.

Un coche eléctrico funciona con una batería que se carga a la red eléctrica. Todos sabemos lo caro que es generar energía eléctrica, y que no toda tiene origen sostenible como la nuclear, solar, o eólica, sino que procede también de combustibles fósiles: petróleo, carbón y gas natural.

Un vehículo de hidrógeno, lo más parecido al mito del «motor de agua», de características mecánicas parecidas al coche eléctrico, se abastece de una pila de combustible de hidrógeno líquido. El principio de funcionamiento del coche movido por hidrógeno se basa en la reacción química que se produce al mezclar el hidrógeno almacenado en su pila con oxígeno captado de la atmósfera. El resultado es electricidad que se almacena en una batería para hacer funcionar al vehículo y el único residuo es vapor de agua. El agua se compone de una molécula que contiene dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, H2O. El 70% del planeta está cubierto de masas de agua. La producción de hidrógeno sería inagotable y una vez conseguida su producción en masa el coste sería muy económico. El carburante más económico jamás empleado en la industria del motor.

BMW y Toyota son los adelantados en el desarrollo y producción de los primeros turismos con hidrógeno. Tanto la producción de hidrógeno como su consumo en los motores tienen una huella de carbono cero, cosa que no puede decirse del motor eléctrico. Estas dos compañías multinacionales reconocen que el futuro será de hidrógeno y no eléctrico.