Gobierno

Los impuestos «políticos» de Sánchez

«El Gobierno ha identificado unos enemigos perfectos para hacer populismo tributario: ricos, eléctricas y bancos»

El Gobierno ha inventado unos nuevos tributos que buscan rédito electoral: los impuestos «políticos». El objetivo recaudatorio es irrelevante, algo ciertamente singular en esta materia. A priori, alguien podría pensar que una mayor carga impositiva resulta una medida impopular. Es difícil encontrar alguien a quien le guste pagar impuestos, aunque también es cierto que hay mucho hipócrita que asegura que lo hace encantado y nos pega el rollito de los servicios públicos. Los ricos de izquierdas tienen buenos asesores que les ayudan a pagar lo menos posible. No hay más que ver lo que hacen algunos conocidos escritores, músicos, presentadores y periodistas pijoprogres. Una vez constatada esta realidad habría que suponer que no es muy recomendable subir o crear impuestos. En cambio, Sánchez ha sido muy hábil y ha inventado el concepto del tributo político que persigue un rédito electoral. Hace unos años era útil llevarse bien con los empresarios e incluso incentivarlos para que invirtieran. Esta es una teoría económica más eficiente que las chapuzas que estamos viviendo, pero la realidad es que Europa ha perdido el norte. En cambio, el Gobierno ha identificado unos enemigos perfectos para hacer populismo tributario: ricos, eléctricas y bancos.

Nada mejor que ir a por ellos, aunque los resultados reales serán escuálidos, pero cumplen el objetivo de asegurar que Sánchez, el líder mundial del socialismo, es el defensor de las clases trabajadoras y los desfavorecidos. Con el fin de ampliar el abanico han acuñado el término «clase media trabajadora», porque supongo que hasta ese feliz alumbramiento ideológico no trabajaba y debía vivir de rentas. La dialéctica «explotado/explotador» es facilona e inconsistente en los tiempos actuales y en el marco de la UE, pero no hay nada como sacar la demagogia a pasear. El lío jurídico será monumental. Como era previsible, las entidades financieras, blanco habitual de los ataques de la izquierda iletrada, han arremetido contra el nuevo tributo. No solo se ha hecho muy mal, sino que acabará pagándolo el cliente. Lo mismo sucede con el nuevo estacazo a las eléctricas. En definitiva, al más puro estilo de los viejos bandoleros decimonónicos del «aquí te pillo y aquí te robo». Por cierto, la visión del Gobierno me recuerda al rechazo que tenían los hidalgos y el Cristianismo por el comercio y el enriquecimiento.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).