Yolanda Díaz
Todo listo para que Pedro pida matrimonio a Yolanda
Los que conocen a Sánchez apuntan que un adelanto electoral que pillara a Díaz sin nada preparado, podría obligarle a aceptar la oferta «padrinesca» –de las que no se pueden rechazar– de matrimonio político
Luis XIV (1638-1715), el «rey sol» de Francia que tanto guerreó con España –su valido Richelieu le ganó la partida al Conde-Duque de Olivares–, dictó, para instrucción de su heredero, el Delfín, unas «Memorias sobre el arte de Gobernar», en las que explicaba que «todo el arte de gobernar consiste en aprovecharse de las coyunturas». Pedro Sánchez es, sin duda, un discípulo aventajado de aquel monarca galo, aunque no exista constancia de que haya leído esas reflexiones y consejos que, sin embargo, es posible que conozca su antiguo gurú, Iván Redondo, que ya anticipó el escenario que ahora describen las encuestas.
El inquilino de La Moncloa, doctorado «cum laude» en no desperdiciar una oportunidad, en pleno acueducto de la Constitución y la Inmaculada y todavía con el país con la resaca de la eliminación del Mundial de Qatar, acomete una más que polémica –y dudosa– reforma del Código Penal, que es todo un desafío institucional. Sánchez abarata el delito de malversación para que Junqueras pueda ser elegible y forzará una renovación del Tribunal Constitucional inmediata para que confirme hasta sus leyes más polémicas.
El presidente quiere terminar el año con sus deberes hechos para concentrarse en cómo ganar las próximas elecciones y tiene sus propias ideas. Más allá de la preocupación por la división de la izquierda –real–, el líder socialista cree que puede seducir a Yolanda Díaz y proponerle una especie de matrimonio político –o relación de pareja estable– para presentar una lista conjunta del PSOE y de Sumar. La jugada, que tiene sus riesgos, dejaría a Unidas Podemos, a Montero, Belarra y sobre todo Iglesias en una situación marginal, con un resultado electoral ridículo. Por el contrario, la unidad del PSOE con Yolanda Díaz y algunos de sus afines –tampoco son tantos– agruparía votos hasta el extremo que podrían competir por la victoria en las circunscripciones pequeñas por el plus de escaños que dan al ganador. La «vice» Díaz, empeñada en controlar hasta el precio de las pipas, quizá querría resistirse en nombre de las esencias comunistas. Los que conocen a Sánchez apuntan que un adelanto electoral que pillara a Díaz sin nada preparado, podría obligarle a aceptar la oferta «padrinesca» –de las que no se pueden rechazar– de matrimonio político. Mientras, claro, el centro derecha seguiría todavía en la inopia cainita de tres opciones, que resta escaños al más votado, algo que le permitiría a Sánchez aprovechar la coyuntura según los consejos de Luis XIV.
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