Política

El llanto de Raquel

Julián Marías escribe en 1994: «La aceptación social del aborto es, sin excepción, lo más grave que ha acontecido en este siglo»

«Un clamor se ha oído en Ramá, llanto y lamento grande: es Raquel que llora a sus hijos, y no encuentra consuelo» (Jeremías, 31.15). El año que concluye es el año de las mujeres, que defienden la dignidad que nunca debieron haber perdido, en igualdad de condiciones con los hombres. Sigue oyéndose de fondo el llanto de las mujeres violadas, sojuzgadas, maltratadas, despreciadas o asesinadas. Y han proliferado las leyes derivadas de la ideología de género, que para unos es una señal progresista, de avance social, y para otros, todo lo contrario: un clamoroso retroceso moral. La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha sido la más criticada del Gobierno y la más impopular. Su controvertida ley del «Sí es sí» está resultando un fracaso con la puesta en libertad de violadores u otros delincuentes sexuales. Y la «Ley Trans», con facilidades para cambiar de sexo incluso a los adolescentes, está levantando con razón aún más controversia y rechazo hasta en el mundo del feminismo.

El desgarrador llanto de Raquel resuena sobre todo por los niños muertos que no han podido ver la luz. Es un grito que viene de lejos. En España se han perpetrado, según las últimas estadísticas, cerca de cien mil abortos este año que concluye. ¡Santos inocentes, individuos únicos, irrepetibles! Es el mayor fracaso ético por más que se pretenda aminorar su gravedad llamando al aborto interrupción voluntaria del embarazo. A muchos, no sólo a los cristianos, el derecho al aborto –otra cosa es la despenalización del delito en determinadas circunstancias– nos parece una aberración. Cuando suba el nivel ético de la humanidad, esto, en vez de ser un signo de progreso, se considerará un crimen contra la humanidad. Mientras tanto, el Tribunal Constitucional, tan diligente en otros casos, lleva años sin sacar tiempo para dictaminar sobre la más que dudosa constitucionalidad de la ley del aborto. Y, por si fuera poco, este año siniestro se ha corregido la ley para dar a las adolescentes más facilidades a la hora de desprenderse de la criatura que late en sus entrañas.

El filósofo italiano Marsilio Ficino dice en el siglo XV: «No se ha de considerar menos homicida aquel que impide nacer a un hombre que aquel que le quita de en medio después que ha nacido. Ciertamente, es más audaz el que interrumpe la vida presente; pero más cruel el que priva de la luz al que debe nacer». Y Julián Marías escribe en 1994: «La aceptación social del aborto es, sin excepción, lo más grave que ha acontecido en este siglo». Los «progres» los llamarán reaccionarios.