Sanidad Pública
Historia de la Sanidad Pública
Pretender que la sanidad pública de España es un logro del socialismo es, por todo lo expuesto, un producto más de la fábrica de manipulaciones del PSOE
Hace pocos días, en el debate en comisión de las enmiendas a los presupuestos generales del estado, tuve ocasión de escuchar a una senadora del PSOE afirmar que la sanidad pública de este país había sido creada por el Partido Socialista mediante la Ley General de Sanidad de 1986. Acostumbrado a escuchar en sede parlamentaria las afirmaciones de un partido que se ha degradado hasta convertir el embuste en la especialidad de la casa, quizá no debería haberme llamado la atención; salvo por el hecho de que ya lo he oído en repetidas ocasiones. Como no hay mejor antídoto para la mentira que el conocimiento, quisiera ofrecerles un breve esbozo de cómo se creó nuestra querida sanidad pública.
Lo que ahora se conoce como Sistema Nacional de Salud (SNS) no se creó de la nada. Fue un proceso gradual que duró siglo y medio y que, dejando aparte precedentes históricos, arranca con la Ley de Sanidad de 1855 que establece la Dirección General de Sanidad, sustituida en 1904 por la Instrucción General de Sanidad. En 1934, la Ley de Coordinación Sanitaria intensifica la presencia estatal en los servicios sanitarios locales y crea el Ministerio de Sanidad, cuyo primer titular fue Federica Montseny, la primera mujer al frente de un ministerio en España, nombrada en 1936.
El Ministerio es abolido en 1937 y las competencias sanitarias pasan a Instrucción Pública, para ser absorbidas por el Ministerio de la Gobernación hasta 1977, momento en el cual se reinstituyó el Ministerio de Sanidad, que se hizo cargo de las competencias sanitarias y de la Seguridad Social. El Ministerio desapareció brevemente en 1981 para fusionarse con el de Trabajo y reaparecer a finales del mismo año, perdiendo las competencias de Seguridad Social y adquiriendo las de Consumo que hasta entonces dependía de Economía.
Desde una perspectiva de bases legislativas, en 1942 se crea el Seguro Obligatorio de Enfermedad bajo la gestión del Instituto Nacional de Previsión, modelo que se revisa en la Ley de la Seguridad Social de 1974 y en la de 1994. La Ley de Bases de la Sanidad Nacional de 1944 consolidó la arquitectura sanitaria pública previa a la Guerra Civil hasta que, en 1986, la Ley General de Salud, adecuó las prestaciones existentes al marco constitucional, estableció la colaboración público-privada y la transferencia de la sanidad a las autonomías, entre otros aspectos normativos esenciales. El esquema normativo básico se cerró en 2003 con la Ley de Cohesión y Calidad del SNS que crea Agencias, Comisiones, Institutos y el Consejo Interterritorial, con el fin de velar por la equidad de los servicios sanitarios prestados en los diferentes territorios de España.
Como pueden ver, la progresiva creación de las normas e instituciones que rigen la sanidad pública de hoy fue un esfuerzo largo y muy complejo en el que se implicaron múltiples gobiernos de muy diversa índole, y en el que el partido socialista no ha jugado un papel más relevante que otros actores con perspectivas políticas muy diversas.
En lo que se refiere a infraestructuras, conviene resaltar que tampoco en esta cuestión puede el socialismo alardear de nada, ya que los principales hospitales de España fueron proyectados, construidos e inaugurados a principios del siglo XX (Clínico de Barcelona), durante la Segunda República (Clínico San Carlos de Madrid), durante la dictadura (La Paz, 12 de Octubre, Puerta de Hierro, Gregorio Marañón y La Princesa en Madrid, La Fe en Valencia, Valdecilla en Santander, Virgen del Rocío en Sevilla o Juan Canalejo en La Coruña) o en la transición a nuestra democracia (Ramón y Cajal de Madrid). En la Comunidad Autónoma de Madrid, por ejemplo, los socialistas se limitaron a adquirir un hospital privado en construcción (Móstoles I) frente a los 12 hospitales construidos por el Partido Popular.
Por todo ello, nadie puede argumentar que el PSOE haya tenido ninguna preponderancia en la construcción del SNS; el pobre Ernest Lluch (cómo deben estremecerse sus restos viendo a sus compañeros pactando con los que le asesinaron…), no jugó un papel más relevante en 1986 que Julián de Huelbes en 1855, José Sánchez Guerra en 1904, Federica Montseny en 1937, José Antonio Girón en 1942, Blas Pérez en 1944 o Ana Pastor en 2003. Pretender que la sanidad pública de España es un logro del socialismo es, por todo lo expuesto, un producto más de la fábrica de manipulaciones del PSOE, y, por tanto, debe rechazarse sin reservas, aunque sólo sea por respeto a la memoria de los que, a lo largo de muchos años, incluido Ernest Lluch, contribuyeron a la construcción de una sanidad que es la joya de la corona entre los servicios públicos de este país.
Eduardo Raboso es portavoz de Sanidad del PP en el Senado y en la Asamblea de Madrid.
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