Guerra en Ucrania
Armagedón
Menudo nivel tienen los defensores españoles putinejos. Putin ya podría sobornar y corromper a unos cuantos «influencers» algo alfabetizados para que nos convenzan con argumentos letrados y lingüísticamente comprensibles
Libro del Apocalipsis. Relámpagos, voces y truenos, temblores de tierra, granizos y plagas… El Armagedón. El fin del mundo, del cual nos advierten todas las religiones, que llevan milenios copiándose los grandes temas unas a otras. Y, mientras, en un rincón de la galaxia (todavía) llamado España, oímos: «Va a venir el “Argamenón”...» (sic). Lo vaticinan en Youtube, así, con optimismo para empezar el año. Defienden que Rusia «tiene que ganar la guerra» que la propia Rusia ha comenzado, aunque dicen que es la víctima, por muy atacante que sea, pues aseguran que, si los ucranianos («corruptos ladrones, Zelenzski el primero») siguen defendiéndose, van a ser responsables de la Tercera Guerra Mundial por defenderse cuando los atacan y provocar al pobre atacante Putin, que en respuesta nos freirá a bombazos nucleares. Produciendo un terrible «Argamenón» (que más parece un tío de esos que se fueron a América)…
Menudo nivel tienen los defensores españoles putinejos. Putin ya podría sobornar y corromper a unos cuantos «influencers» algo alfabetizados para que nos convenzan con argumentos letrados y lingüísticamente comprensibles, en vez de dejar su propaganda en manos de unos marmolillos entusiastas. No tienen que ser académicos de la Lengua, solo con que pronuncien el sagrado idioma de Cervantes –uno de los más poderosos del mundo– sin que semejen estar masticando patatas fritas del Neolítico…, nos valdría.
También convendría que Putin untara a gente algo espabilada, capacitada para argumentar con sagacidad, razones y aparente albedrío, en vez de usar de propagandistas a quienes solo saben acusar a la víctima de culpable, y alabar al culpable como si fuera víctima, exactamente como hacen los exterroristas y toda esa interminable ralea de mangantes y delincuentes que ahora se han empeñado en erigirse como modelos democráticos mundiales con tal de seguir ejerciendo el poder absoluto y mangoneando la vida del rebaño. En fin. Lo dije una vez y lo repito, porque me repito poco (perdón por la escasa humildad): somos un rebaño de ovejas pastoreado por lobos. Con hambre. Lobos con mucha hambre. Que, además, ni siquiera saben conjugar verbos.
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