Economía
Las tareas enojosas de Fuentes Quintana y del gobernador
El discípulo recordó la histórica intervención en televisión de Fuentes y apeló a su legado: «la estabilidad macroeconómica exige la coherencia de distintas políticas económicas»
Enrique Fuentes Quintana (1924-2007), el padre de los Pactos de la Moncloa, tres días después de ser nombrado vicepresidente del Gobierno por Adolfo Suárez, les dijo a los españoles, en «prime time» de la única televisión de entonces, que «a las tareas enojosas hay que hacerles frente y cuanto antes mejor». Fue un 8 de julio de 1977 y fueron 16 minutos y 25 segundos de un llamamiento a los ciudadanos sin precedentes. Es arqueología política, pero muy didáctica y se puede ver en «https://www.youtube.com/watch?v=imegXou7tuM»&feature=youtu.be». Merece la pena verlo y es quizá, más allá de las distancias, lo más parecido que ha ocurrido en España al «sangre, sudor y lágrimas» de Churchill. Fuentes, sin eufemismos y sin falsas promesas, apeló a la sensatez de los españoles y acertó. «Tengo por delante –dijo– una misión, dura, dificil y desagradable». El país, no sin sacrificios, salió adelante y aquello es un ejemplo –ahora impensable– de honradez política.
Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España y discípulo de Fuentes, rindió ayer homenaje a su maestro en un ciclo organizado por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, que también presidió el economista desaparecido. El discípulo recordó la histórica intervención en televisión de Fuentes y apeló a su legado: «la estabilidad macroeconómica exige la coherencia de distintas políticas económicas», tituló su conferencia, que fue realista y en la que llamó a las cosas por su nombre, sin necesidad de llegar al dramatismo de 1977 porque la situación es incierta, pero mucho mejor.
Fuentes Quintana, hace 45 años, decía que «mi primer deber es el compromiso con la claridad». Ayer, Hernández de Cos explicó que el repunte de la inflación genera «caída de rentas reales significativas» y, como miembro del Consejo de Banco Central Europeo, que «será necesario seguir incrementando significativamente los tipos de interés», es decir, una política concentrada en garantizar la estabilidad de precios. Defiende reducir el déficit, pero combinado con ayudas «a los hogares y empresas más vulnerables». Predica otra vez, acaso en el desierto, a favor de un pacto de rentas, que distribuya entre empresas y trabajadores los costes del encarecimiento de bienes y políticas que reduzcan las dependencias energéticas, además de profundizar en el proyecto europeo. El mensaje de Hernández de Cos quizá quede ahí, pero es un ejemplo de cómo hacer frente a las tareas enojosas. Es lo que hubiera hecho su maestro, que estaría orgulloso del discípulo, Fuentes Quintana.
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