Tribuna
Ahorro y economía social: las mutualidades y la capitalización individual, más necesarias que nunca
Resulta imperativo fortalecer y apoyar alternativas de la economía social como las mutualidades para canalizar parte de ese ahorro en un momento en que el sistema público de pensiones muestra signos de fragilidad
En España tradicionalmente hemos tenido fama, seguramente merecida, de ser un país poco ahorrador, dirigiendo nuestros escasos esfuerzos a un sector como el inmobiliario, ilíquido y, consecuentemente, inadecuado para un objetivo previsional. Se atribuye esa pereza para el ahorro a nuestra tradición cultural, pero en realidad se ha visto que las causas eran un limitado acceso a la inversión, las bajas rentas del trabajo y la dualidad del mercado laboral, con un número intolerable de contratos temporales, que hacían difícil guardar para mañana.
Sin embargo, parece que está tendencia está cambiando en nuestro país, a juzgar por los resultados del estudio sobre las finanzas de la llamada «generación Z», elaborado por el Observatorio del Ahorro de Fundación Mutualidad. Según este estudio, presentado en 2023, el hábito de ahorrar está más generalizado entre los adultos más jóvenes, especialmente entre los millennials: un 75% dice ahorrar, frente al 70% de los nativos digitales y menos del 60% de los mayores de 40 años.
La misma tendencia se observa en otro reciente informe, en este caso de Caixabank, que concluye que la buena marcha del mercado laboral ha elevado la renta bruta disponible en 2023. Esto, junto a una moderación en el gasto, ha aumentado la capacidad financiera de las familias españolas.
Y allá va otro dato: el INE reveló que a finales del año pasado las familias españolas redujeron sus deudas hasta el 46,9% y la tasa de ahorro llegó al 11,7%, por encima de la media histórica. Ciertamente, algo está cambiando en nuestro país.
Hasta donde hemos visto, este aumento de la capacidad de ahorro es un dato macroeconómico, lo que significa que es cierto en términos globales, aunque muchas familias aún no pueden ahorrar porque llegan justas a fin de mes. Aun así, en general parece que ha mejorado nuestra capacidad para invertir y ahorrar.
Aunque seguimos ahorrando muy por debajo de la media europea, que es del 12,7% en la Unión y del 13,6% en la Eurozona, la mejora de estos datos en un país con poca tradición ahorradora debe alegrarnos y también hacernos pensar en qué le proponemos a la ciudadanía para fidelizar y alentar ese buen hábito.
Quien tiene capacidad de ahorro no debería ver sólo la renuncia al disfrute inmediato que este comporta, sino también las ventajas y la ganancia de ahorrar para disfrutar más y mejor en el futuro.
La capitalización individual emerge ahí como una vía prometedora para asegurar el bienestar financiero de los ciudadanos. Muchas entidades la ofrecen, pero es esencial reconocer el papel en esos planes de las mutualidades de previsión social y, por tanto, mostrar a la ciudadanía las ventajas de ahorrar e invertir a través de este instrumento financiero.
Las mutualidades, como parte de la economía social, jugamos un papel esencial al ofrecer la posibilidad de complementar la pensión pública en el futuro, brindando así una oportunidad para mejorar la independencia económica de los trabajadores y trabajadoras cuando accedan a la merecida jubilación, garantizándoles un nivel de vida similar al de la época activa, una ventaja que trasciende a los propios mutualistas y se extiende a la sociedad en su conjunto.
En una economía en la que las entidades financieras parecen estar cada día más volcadas en productos complejos con acceso limitado y mayor riesgo, las mutualidades ofrecemos estabilidad y promovemos la solidaridad y la inclusión financiera desde la economía social, dando la posibilidad de asegurar el bienestar futuro de nuestros mutualistas sin necesidad de que sacrifiquen su presente, además de brindarles atención personalizada a lo largo de toda su vida para alcanzar este objetivo.
Resulta imperativo fortalecer y apoyar alternativas de la economía social como las mutualidades para canalizar parte de ese ahorro en un momento en que el sistema público de pensiones muestra signos de fragilidad. Porque además de ser un sistema muy versátil y eficiente de colaboración público-privada, con unos gastos de gestión inferiores al 1% del patrimonio que administran, las mutualidades fomentan la autorresponsabilidad y la libertad para diseñar cómo será nuestra jubilación, especialmente para aquellos profesionales que ejercen su profesión por cuenta propia, pero también para quienes cotizando al sistema público, ya sea como autónomos o por cuenta ajena, pueden diseñar su previsión social complementaria a través de los distintos productos que ofrecen sus mutualidades. Y ese fomento de la autorresponsabilidad y la libertad contribuye, sin duda, a hacer una sociedad más democrática, además de fortalecer el tejido social y promover la cohesión comunitaria.
Es a mi juicio fundamental que tanto el sector público como el privado reconozcan y apoyen el papel crucial que desempeñamos las mutualidades en la construcción de una sociedad más equitativa y resiliente. Los sistemas de capitalización individual suman a la sociedad como herramientas valiosas para garantizar la seguridad financiera a largo plazo de los ciudadanos. Por lo tanto, promover políticas que fomenten el desarrollo y la sostenibilidad de las mutualidades, reconociendo su papel crucial en la construcción de un futuro próspero y equitativo para todos, es ahora más necesario que nunca.
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