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Cuartel emocional

Airbags

La retirada de España del festival de eurovisión es una gran noticia: que nos liberen de tamaña horterada es siempre de una enorme tranquilidad

Acaban de inventar con la inconmensurable ayuda de la inteligencia artificial unos enormes airbags para los aviones, dicen que para proteger a los pasajeros en los accidentes aéreos; todo lo que sume seguridad en el transporte por tierra, mar o aire siempre es bien recibido y si viene de la mano de la IA, mejor que mejor, porque así no interviene el factor humano que siempre es un peligro. Los humanos, en general, somos un peligro porque nos masacramos los unos a los otros cuando lo que deberíamos hacer es protegernos, cuidarnos y amarnos, aunque solo sea por egoísmo propio: cuanto mejor esté el prójimo, mejor también estaremos nosotros mismos. Pero no vamos a entrar en disquisiciones metafísicas, que caeríamos en pereza, y lo que toca es comentar la semana, que hay algún tema que otro para no dejarlos pasar, si bien ya un domingo está todo bastante sobado y meneado. Volviendo a lo de los airbags, no le vendría mal a Sánchez procurarse una protección similar porque tanto sus fracasos como sus afirmaciones y comentarios están haciendo rebosar un vaso que lo va a llevar a una caída mucho más estrepitosa de la que pudiéramos imaginar, y al “descanso eterno en la paz del cementerio político” que le desea el muy querido Javier Gómez de Liaño en su artículo de este viernes donde le pone las peras al cuarto de forma impecable, hasta británica diría yo, por la flema que desprende cada una de sus despiadadas líneas.

La retirada de España del festival de eurovisión es una gran noticia: que nos liberen de tamaña horterada es siempre de una enorme tranquilidad. El concurso musical perdió toda su esencia cuando dejó de estar protagonizado por gentes de categoría, dejando paso a los chiquilicuatres del momento. Cualquier año podríamos encontrarnos en el escenario, micrófono en mano, a Bolaños, por ejemplo, representando a nuestro país, y eso contribuiría más y más a nuestro desprestigio, que anda ya por el subsuelo. Hemos sido siempre la risión del resto de Europa y, en general, del mundo, y ahora más porque hemos vuelto al vagón de cola cuando estábamos ya casi en posición de locomotora tirando de todo el convoy. Muchas payasadas contribuyen a que de nuevo seamos considerados un país de charanga y pandereta y los miembros del actual gobierno (con g minúscula) hacen que esto sea así. Por ejemplo, la pintoresca María Jesú y su campanuda Unidad Central de Coordinación del Control de Patrimonios Relevantes (¿mande?), que pretendía desarrollar una cacería fiscal y sólo consiguió una recaudación insignificante, tanto como la ministra populista que la ideó.

Y todo se va viniendo abajo como un castillo de naipes, que se suele decir, porque la agresión al pueblo judío y el pretendido genocidio en Palestina -una entelequia de Estado que la UE se resiste a reconocer-, deja ya paso a la ineficacia de las pulseras que presuntamente deben controlar a los agresores sexuales. Tenemos ya caso para desarrollar durante la semana que mañana comienza.

CODA. Y hasta aquí hemos llegado, amigos. Solo un apunte para la reflexión. El matrimonio Macron se ve obligado a presentar en los tribunales pruebas médicas y físicas que demuestren que la primera dama francesa es hembra y no macho. ¿A dónde vamos a ir a parar?