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Amnistía, el instante Zelenski de Sánchez y el referéndum

Parte del entorno más cercano de Conde-Pumpido, apunta que, aunque nunca dudó de su decisión final, sí ha tenido que hacer de tripas corazón porque su prestigio estaba en almoneda

Montesquieu (1689-1755), el de la «división de poderes» que tanto molesta a algunos, ya advertía de que «una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa». Cándido Conde-Pumpido, presidente del Tribunal Constitucional por designio de Pedro Sánchez, es un jurista erudito, con conocimientos enciclopédicos en la materia. No ha temblado a la hora de –por la mínima y con oposición interna– de validar como constitucional la amnistía a los condenados del «procés». No obstante, parte de su entorno más cercano, apunta que, aunque nunca dudó de su decisión final, sí ha tenido que hacer de tripas corazón porque su prestigio estaba en almoneda. Nada nunca es gratis. El jefe del más alto tribunal, quizá recordó que Publio Siro (85-43AC), escritor latino y esclavo liberado, escribió aquello de «iudex damnatur ubi nocens absolvitur», repetido a menudo en las facultades de Derecho. Es decir, «el juez es condenado cuando el culpable es absuelto». A un jurista quizá incluso le duela eso más que la crítica de Felipe González de que «la autoamnistía es una vergüenza».

Pedro Sánchez, churchilliano tal vez a su pesar, «nunca te rindas», ha vuelto a tener días casi felices, tras semanas de problemas insolubles, para todos los que no sean él. «Ya no tiene vida política» le dice González, a quien Patxi López, «cosas veredes», por encargo de su jefe, le sugiere que abandone el PSOE. El inquilino de La Moncloa, en la cumbre de la OTAN buscaba un «momento Zelenski» con Trump, es decir, una bronca como la que mantuvieron en el directo en el despacho oval. No lo consiguió, pero presume de que España invertirá menos en defensa, aunque firmara lo contrario. Michael Walsh, investigador senior del Foreign Policy Research Institute apuntaba en el «Financial Times» que Sánchez perseguía «una confrontación con Trump porque atrae la atención y en España hay muchos votantes que no simpatizan con el presidente americano». Añade que cree que «Trump tomará represalias» y que «existe una alta probabilidad de que ese gobierno –el español– colapse por los escándalos de corrupción». El inquilino de La Moncloa, no obstante, disfruta de la tregua que le han dado la bronca en la OTAN y la amnistía constitucional y seguirá adelante. Ya sabe que su siguiente Rubicón, asuntos de corrupción al margen, es la petición de referéndum, que ya han planteado los «indepes», los que tienen el poder según Felipe González, y que tampoco son unos forofos de la «división de poderes» de Montesquieu.