
Y volvieron cantando
La batalla por el relato
Bien vale traspasar otra línea roja de la humillación para garantizar algo más de confort en el sillón de La Moncloa
Lo de ómnibus-botillo había calado en la calle y eso empezaba a preocupar en La Moncloa. A más de uno en el entorno de Sánchez –y alguna directa referencia tengo– le estaban entrando algo más que vértigos ante las imprevisibles consecuencias políticas de la osada estrategia trufada de soberbia encaminada a tensionar la incertidumbre de los pensionistas con el objetivo de situar en el disparadero al PP. La solución –lo hemos visto– era sin embargo tan sencilla y menos arriesgada como volver a plegarse ante nuevas exigencias del prófugo de Waterloo. Al fin y al cabo, bien vale traspasar otra línea roja de la humillación para garantizar algo más de confort en el sillón de La Moncloa. Con el acuerdo Decreto.2 Puigdemont se reafirma ante su feligresía, Sánchez refuerza su discurso prosocial dando barniz a su espantajo de la ultraderecha «negacionista» y el turno para mover ficha en la batalla del relato le corresponde a un PP que cuando cree tomar la iniciativa vuelve a encontrarse, como este martes, al rebufo de la rueda «Frankenstein».
Aun a sabiendas de que los pensionistas pueden ser mayores, pero no estúpidos y tal vez ignorando que un jubilado o un joven al que no se puede subir la tarifa del transporte saben perfectamente que sus intereses no han de formar necesariamente parte de un variopinto botillo, Sánchez se mantiene en la certeza de que en un solo momentáneo río revuelto sin actualización de pensiones el partido de Núñez Feijóo podría resentirse. Es uno de esos órdagos que ya le conocemos al actual presidente y que tantos réditos le han brindado en sus «todo o nada». Saltos en el aire sin red, pero cayendo de pie que ya nos mostró recuperando el liderazgo del PSOE al volante de un Peugeot, convocando contra todo pronóstico las elecciones generales del «23-J» que le sirvieron para volver a sumar o con esa «reflexión» en un retiro de cinco días perfectamente calculado. Ahora la apuesta, más allá de lo personal tiene a un importante colectivo y bolsa electoral como referente y tal vez rehén, en la convicción de que se trata de un segmento social que siempre ha volcado sus preferencias, color aparte, hacia el Gobierno de turno. Titánico reto para un PP cuya gran asignatura en la era Feijóo no es tanto tener la razón como convencer de ello a quienes tienen que saberlo.
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