«De Bellum luce»

No es broma, Sánchez promete al Ibex muchos mimos (y algunos le creen)

Por muy buenas que fueran las palabras del presidente en el cuartucho, no habrá paz social ni los empresarios dejarán de ser un muñeco al que apalear, figuradamente, como la piñata de Vox ante Ferraz

Ser capaz de reunir a los mandamases del Ibex en una reunión improvisada en el foro de Davos para animarlos a querer más a este Gobierno, con la promesa de que él, como presidente del Consejo de ministros, se va a encargar de que reciban más mimos, tiene su mérito. Sobre todo, porque algunos de ellos salieron convencidísimos de que la cosa con la coalición iba a mejorar y tuvieron la osadía de creerse las palabras de Pedro Sánchez. Quizás porque a Davos todavía no nos había llegado la nueva pirueta de la vicepresidenta Yolanda Díaz para recuperar brillo en la calle después del mordisco que le metieron los cinco de Podemos con el decreto sobre el subsidio del paro.

Siempre hay derecho a creer en los milagros, y el que incluso quiera poner una vela (a Sánchez), que la ponga, pero los vientos que salen de Moncloa soplan al gusto de quien escucha. Hay que atenerse a los hechos y éstos no dejan mucha base a la que agarrarse a aquellos que salieron tan contentos de verse con el flamante presidente en aquel cuartucho con luz mortecina en el que les hacinó Moncloa para hacerse el selfi de grupo.

Este Gobierno no tiene margen para legislar y con sacar los PGE del 24 se dan por satisfechos en Moncloa. Así, cuando lo único que sale de la agenda del Gobierno son cesiones hacia el independentismo, la única vía que tienen para llegar a su votante con un filtro medianamente progresista es el discurso anti-poderosos, que ya exhibieron en la pasada Legislatura. La líder de Sumar lo ha visto antes que ninguno de ellos y ya se ha puesto a disparar propuestas que colocan en la mira a una casta empresarial a la que retrata como egoísta, codiciosa y explotadora. Es más que posible que todas sus balas sean de fogueo porque no podrá llevar a cabo los planes que pregona por falta de apoyos parlamentarios, pero el daño reputacional ya está hecho.

Por muy buenas que fueran las palabras del presidente en el cuartucho, no habrá paz social ni los empresarios dejarán de ser un muñeco al que apalear, figuradamente, como la piñata de Vox ante Ferraz. Si no que se lo cuenten a Josu Jon Imaz, CEO de Repsol, y para el que la mano tendida del presidente y sus buenos propósitos fueron un anticipo de la arremetida de la vicepresidenta Ribera por «populista» y «negacionista».