Insensateces

El cambio

Me parecen llamativos los intentos por diferenciar, en apenas horas, a León XIV de Francisco

Cuando el Atleti cambió un piso en el centro de Madrid por un adosado en Las Musas, mucha gente no entendió la nostalgia por aquel campo magnífico, apretao, cariñoso, lleno de problemas pero que llenaba nuestro corazón. Aquel estadio donde hacía frío, pero donde nos dábamos el calor de cada uno convertido en un calefactor. Tenía aluminosis, pero subíamos los escalones de tres en tres y sí, vibraba mucho cuando saltábamos, pero nunca pasamos miedo. Los que no vinieron con su papá de la mano, sino que se apuntaron cuando los vientos soplaban a favor, enseguida entregaron los trastos y trataron de convencernos. Hace falta un campo nuevo. Más moderno. Más internacional. Sois unos nostálgicos. No queréis que vuestro equipo crezca. Y corrieron a hacerse el abono en el Metropolitano y vender su asiento en cuanto pueden, aunque sea al rival.

Cuando el Atleti cambió un piso en el centro de Madrid por un adosado en Las Musas, yo tardé mucho tiempo en volver a ver al Atleti. Cada duelo conlleva el tiempo que sea preciso, y a mí me costó mucho, tanto, que el primer día que regresé, fue porque se despedía un ídolo. Nunca dejé de ser socia a pesar del traslado, pero me costó volver a la fórmula de abonada. Ahora regreso de vez en cuando al Metropolitano, donde quiero volver a sentir lo que sentía y, donde gracias a los míos, estoy segura de que la voy a recuperar.

Todo esto me sirve como símil (y Vds sabrán perdonármelo) para decirles que noto demasiado entusiasmo sobrevenido en el cambio de Papa. Que me parecen llamativos los intentos por diferenciar, en apenas horas, a León XIV de Francisco. Que los esfuerzos por encontrar sus distancias son tremendamente notorios. Que sin haber siquiera perfilado los trazos de su papado, de lo que quiere, de lo que va a intentar, todo lo que se busca es contrastar lo más rápidamente que se pueda. Flaco favor. Recordemos que fue Francisco el que se ocupó de acercarle a Roma y hacerle papable. Recordemos que los colores son los mismos. Y que lo vivido, lo conseguido, la felicidad, los abrazos, la pasión, serán lo mismo en el Metropolitano, pero que llevaremos en el alma al Calderón.