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Campaña electoral de Colau y antisemitismo racista
Hamás y Gaza, así, también habrían despejado el principio del camino de vuelta de Ada Colau a la Alcaldía de Barcelona
Nelson Mandela (1918-2013), el gran icono de la lucha contra el «apartheid», decía: «Detesto el racismo porque lo veo algo bárbaro, ya venga de un hombre negro o de un hombre blanco». También explicaba que «si quieres hacer la paz con tu enemigo, tienes que trabajar con tu enemigo». Es la única vía que tienen Hamás e Israel para terminar con la catástrofe de Gaza, que nadie justifica. Lo apuntó Felipe González hace algunas semanas, pero pocos le escucharon. «Todo acabará en el momento en el que Hamás devuelva a los rehenes». Ahora, paradojas de la historia, los islamistas podrían despejar el camino de Trump hacia el premio Nobel de la Paz. Esperpéntico, pero posible. Hamás y Gaza, así, también habrían despejado el principio del camino de vuelta de Ada Colau a la Alcaldía de Barcelona. Dijo que abandonaba la política activa hace un año, pero ya está otra vez al pie de su propia Flotilla. La peripecia náutica, «turismo revolucionario» como señaló Rafa Latorre en La Brújula de Onda Cero, la ha colocado de nuevo en primera línea de notoriedad, justo cuando su grupo político, los Comunes, estaban más de capa caída. La Flotilla, con la ex-edil barcelonesa entre los cabecillas, está incardinada en «una corriente de la extrema izquierda que cierra un ojo ante el oscurantismo del yihadismo porque considera que estos grupos libran una lucha justa contra el imperialismo occidental y contra el Estado de Israel», escribe Alejandro Baer, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en su reciente –y recomendable– libro «Antisemitismo, el eterno retorno de la cuestión judía». No siempre fue así. La URSS de Stalin (1878-1953) no solo votó a favor del reconocimiento de Israel en la ONU, sino que apoyó a los primeros gobiernos de Tel Aviv por su orientación socialista. Solo cuando Israel empezó a recibir apoyo y recursos de Occidente cambió de opinión en plena «Guerra Fría» y sus sucesores en el Kremlin se pusieron del lado de la OLP que lideraba Yasir Arafat (1929-2004). Hay que releer la entrevista que le hizo Oriana Fallaci (1929-2006), publicada en 1974. Entonces, el líder palestino decía: «¡No queremos la paz, queremos la victoria! La paz para nosotros significa la destrucción de Israel. Las pérdidas no cuentan para nosotros; a nosotros no nos importa morir». Medio siglo después, mientras Hamás decide si acepta un acuerdo de paz, el Papa León XIV advierte sobre «la proliferación del odio antisemita en el mundo» que no es más que otra forma del racismo contra el que tanto luchó Nelson Mandela.
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