La situación

Campaña para killers

Mientras que Sánchez se desenvuelve con virtuosismo en el arte de las agresiones dialécticas mitineras, Feijóo parece sacado contra su voluntad de su zona de confort

«¿Quién es más “killer”, Sánchez o Iglesias?», preguntó Jordi Évole a Yolanda Díaz, en la famosa entrevista de laSexta. La pregunta llevaba implícita la afirmación de que ambos son «killers», lo que, como es lógico, queda al criterio de cada cual. Pero la descripción de los personajes no se aleja, necesariamente, de la realidad de dos políticos muy capaces de gestionar con soltura el decibelio y de marcar la agenda política siempre que utilizan el altavoz público, algo que hacen a diario, aunque el altavoz del presidente sea de magnitudes siderales, en comparación con cualquier otro. Y eso se aprecia de forma muy acentuada en campaña electoral.

Pedro Sánchez ha decidido marcar un ritmo muy intenso y con un tono muy alto. Lo ha hecho con especial ímpetu y brío después de dos episodios muy poco rentables para sus intereses políticos: la derrota sufrida por su gobierno frente a los accionistas de Ferrovial y la necesidad que tuvo el PSOE de echarse en brazos del PP para sacar adelante la reforma de la ley del «solo sí es sí». Estos obstáculos en el camino han espoleado a Sánchez para meter gas a su operativo de campaña y lanzarse a triturar al adversario: Alberto Núñez Feijóo.

Se debe suponer que el líder del PP es consciente del arreón que se le ha venido encima, y que continuará sin pausa hasta el 28 de mayo y más allá, con la vista puesta en las elecciones generales de diciembre. Y es muy probable que Feijóo también sepa que no está en condiciones de competir en un intercambio de golpes al estilo sanchista, en el supuesto de que se acepte que el presidente es un «killer». Mientras que Sánchez se desenvuelve con virtuosismo en el arte de las agresiones dialécticas mitineras, Feijóo parece sacado contra su voluntad de su zona de confort. Y su problema es, precisamente, ese: los mítines son ineludibles en campaña, gusten o no. Y lo que espera la grey es lo que Sánchez sabe dar a la suya.

Será un interesante ejercicio de sociología política comprobar en los dos próximos procesos electorales qué estilo obtiene mejores resultados.