El trípode
El «caso Rubiales»
Es absolutamente rechazable e incompatible la conducta del hasta ahora presidente de la Real Federación Española de Fútbol con el ejercicio de esa tan significativa responsabilidad, que transmite una imagen inadecuada de España.
Se puede hablar ya del «caso Rubiales», a la vista del desarrollo que ha tenido y todavía tiene lo sucedido tras la victoria de la selección femenina española de fútbol en todos los medios de comunicación, y la subsiguiente influencia en el mundo político. De hecho, el extraordinario éxito obtenido por el fútbol femenino en el Mundial de Sídney está siendo utilizado para convertirlo en una batalla política y mediática lanzada por el feminismo más radical e ideológico a fin de imponer en la sociedad sus dogmáticas tesis, aprovechando y manipulando también los hechos producidos en su interés.
Desde luego, es absolutamente rechazable e incompatible la conducta del hasta ahora presidente de la Real Federación Española de Fútbol con el ejercicio de esa tan significativa responsabilidad, que transmite una imagen inadecuada de España. En cuanto a esto, opino que no hay margen para la duda; otra cosa es la instrumentalización que se está haciendo, magnificando los hechos hasta unos niveles totalmente desproporcionados. Y este es el «caso Rubiales»: un lamentable suceso aprovechado por el lobby feminista más extremista para introducirlo en la Historia, al igual que hoy son fechas emblemáticas otros acontecimientos producidos en el pasado. Es el caso del 8-M, entre otros, que podrían ser citados y al que añadirán el 20-A. Desde el primer momento en esa dirección salió a la palestra la todavía ministra de Igualdad (en funciones), cuando el caso todavía parecía no avanzar mucho más después de que Rubiales pidiera las disculpas correspondientes. De hecho, la jugadora Jenni Hermoso no pareció dar ninguna importancia a lo sucedido, negándose incluso a hacer declaraciones invocando que lo importante era haber conseguido ser campeonas del mundo.
Contrasta esa conducta con lo que actualmente dicen sus representantes, asumiendo las tesis más radicales del feminismo woke. El carácter internacional de ese lobby se acredita con la decisión de la FIFA de suspender a Rubiales de sus funciones federativas y prohibiéndole acercarse a Jenni. Por su parte, Sánchez ya ha activado a la Fiscalía de la Audiencia Nacional –«¿de quién depende la Fiscalía?: Pues eso»– y otros órganos político deportivos en la misma dirección, encabezados por el ministro del ramo Miquel Iceta. Rubiales ha pasado de ser un personaje protegido por Sánchez a ser perseguido por él. Anteriormente ha habido no pocos motivos y ocasiones para plantear la conveniencia de apartarle de esa responsabilidad. Pero ahora es un trofeo político que le permite no hablar de lo que está haciendo con sus aliados separatistas catalanes y Bildu para que le mantengan en La Moncloa.
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