Política

Ely del Valle

Adéu, Duran

Adéu, Duran
Adéu, Duranlarazon

La posible marcha de Duran Lleida de Unió es otro de los rotos que está sufriendo la política española, tan deteriorada ella, y al que no son ajenos los resultados electorales del pasado 25 de mayo en los que ha quedado en evidencia que el camino de sumisión a ERC emprendido por Artur Mas es la crónica de un suicidio anunciado.

Que a Duran no se le ve cómodo con su media naranja es evidente; que la deriva de CiU hacia el independentismo feroz está convirtiendo lo que hasta ahora era una relación fraternal en una pose de cuñados mal avenidos condenados a fingir una cordial camaradería, también. Hasta ahora, lo que ha puesto en valor al líder de Unió ha sido su espíritu moderador; la sensación de que mientras él estuviera, todavía se podía mantener la esperanza de sostener alguna suerte de matiz dentro de CiU. Todo eso se ha venido desmoronando en los últimos tiempos, en los que Duran se ha visto obligado a aparcar su papel de líder sensato y conciliador para hacer algún que otro papelón. Él lo sabe, y lo que es peor, se le nota. Si finalmente opta por lo que amaga, a parte de su tranquilidad personal, se llevará consigo el poco colorido que le queda a la coalición catalana que pasará desde ese mismo momento a ser el monolito que Mas se ha propuesto erigir a mayor gloria del independentismo, porque lo que está claro es que sin Convergencia, Unió tiene menos futuro que la Nancy paracaidista como camarera de una herriko taberna. Claro que lo que estará por ver es si con esta Convergència echada al monte y sin aquel Duran que se forjó la carrera templando gaitas, tiene alguno...