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Avaros

La Razón
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Han hecho trampas, luego son unos tramposos; relistos, para los correligionarios, héroes, incluso, que han nacido con el don del fútbol, hábiles en el manejo del balón, especialistas en el regate, atletas; máquinas de hacer dinero. Avaros.

En esas historias interminables de púnicas, gurtels o eres andaluces tan alejados de los aceituneros altivos, el desfile de culpables, presuntos infractores, trincones, amañadores, saboteadores, chantajistas y engrasadores supera en masa las corruptelas del fútbol. Los cofrades y camaradas defienden al colega hasta que la mierda le llega al cuello y el tufo es tan insoportable que lo más saludable es poner tierra de por medio y acogerse al manido sálvese quien pueda.

En cualquiera de los casos, mucho más en fútbol que en política, la presunción de inocencia es un derecho que sólo reclaman los admiradores del reo. En determinados sectores del barcelonismo, pretenden hacernos creer que las diferencias de Messi con Hacienda y de Neymar con la Justicia han sido alimentadas por ese insoportable victimismo mesetario, tan recurrente como una mala racha de resultados, aunque los delitos se hayan cometido en lejanos paraísos fiscales o en Brasil. Les han pillado. Que paguen. Messi lo ha hecho, bate récords futbolísticos y marcas del contribuyente. Lo de Neymar es diferente y está en proceso. Antes de seis meses no sabremos si esos compatriotas suyos de DIS consiguen sacarle los ojos y Rosell, supuesto cerebro de la operación, termina en la cárcel.

Así que paz para los muertos, penitencia para los delincuentes y gloria a los vencedores. El Barça, en lo que es fútbol y sólo fútbol, certificó en Glasgow su pase a octavos de Champions y el Atlético reafirmó su liderato al vencer al PSV y perder el Bayern con el Rostov. Hay pruebas, en ambos casos.