Política

Alfonso Merlos

Brindis al sol

Brindis al sol
Brindis al sollarazon

Una iniciativa de cara a la galería. Estéril. Patética. Inútil en su origen, desarrollo y presumible final. Y hasta contraproducente. Porque si lo que pretenden los soberanistas con esta autoinculpación de hojalata es levantar a la vista de todos un monumento a la solidaridad hacia un puñado de políticos irresponsables, están equivocados. Conseguirán lo contrario: culminar una nueva y ridícula exhibición de apoyo a un manojo de dirigentes que presuntamente han delinquido. ¡Y sacan pecho!

Pero no es esto lo peor (que sigan embarcados en esta alocada guerra de guerrillas a la democracia); lo más dramático para la sociedad civil catalana es que los independentistas que abanderan esta grotesca iniciativa siguen adelante con su carrusel de mentiras: ni el Gobierno de España mueve a jueces y fiscales como marionetas para que persigan a Artur Mas, ni el ilegal simulacro de referéndum es paradigma de respeto a la democracia... y, por decir algo más, ¡¿qué broma es ésa de que los separatistas no tienen por qué estar sometidos al imperio de las torcidas leyes españolas?!

De verdad, si los ahora hermanados bajo el paraguas de la Asamblea Nacional Catalana quieren entrar en el Guinness de las jaimitadas, están en el buen camino. ¡Ánimo y adelante! Pero no se trata sólo de eso: se trata de que esta campaña significa un elogio del desacato, un escupitajo sobre el ordenamiento jurídico por todos respetado y una nueva intentona de levantar muros entre personas.

Aún más: una pérdida de tiempo. Porque sus efectos ante los tribunales son los mismos que tendría la entrada en una comisaría del conocido como «pequeño Nicolás» asegurando que él mató a Manolete. Una parida. Una idea sin pies ni cabeza. Pero hacer el ridículo es gratuito. Insisto.