José Antonio Vera
Más importantes que nunca
Es en Bruselas donde se decide todo lo importante, ningún Gobierno puede saltarse la legislación comunitaria o hacer como si Von der leyen no existiera
No hemos salido de las gallegas y las vascas, y ya están aquí las catalanas y europeas. Si previsibles eran las anteriores, también lo son en parte las que vienen. Salvador Illa ganará con Carles Puigdemont de segundo en Cataluña, y para Bruselas todo apunta al triunfo del Partido Popular, si bien está por ver en qué medida el melodrama fake de Pedro Sánchez tiene influencia en estos comicios, que van adquiriendo un cariz de relevancia cada vez mayor.
Sólo hay que recordar como antaño a Europa ponían los partidos a políticos semi-jubilados, algo que ya no es así. Lógico porque allí se fijan las grandes políticas de la Unión, que afectan cada vez más España, como se ve con la agenda climática, agrícola o digital.
Eran tan irrelevantes las europeas de antaño, que permitían a muchos dejar de votar a los partidos principales para mostrar su rechazo al sistema, entregándose a opciones estrafalarias, como lo fue Ruiz Mateos y luego Pablo Iglesias. La circunscripción única permite que con 300 mil votos una opción poco clasificable se lleve un eurodiputado.
Figuran por ahí listas que inundan estos días las redes, como Alvise e Iustitia Europa, o incluso el Frente Obrero de Roberto Vaquero, que se define comunista pero con propuestas que se asemejan a Vox. Justamente es el partido de Abascal uno de los expuestos, en la medida en que las encuestas colocan a los verdes a la baja desde las generales, cuando perdieron una veintena de escaños.
Mucha ciudadanía tiene aún la percepción de que en Europa no nos jugamos nada, cuando es en Bruselas donde se decide ya todo lo importante, de manera que ningún Gobierno nacional puede saltarse la legislación comunitaria o hacer como si Von der leyen no existiera. Justamente la presidenta de la Comisión se disputa su continuidad. Muy cuestionada en el seno del PPE, debería ganar el envite, pero la pujanza de la derecha radical podría dar al traste con las aspiraciones de quién, pese a ser de centro-derecha, ha sido uno de los mejores soportes de Sánchez en los últimos cinco años.
Si el presidente del Gobierno español salva los muebles en las europeas, con un resultado más o menos aceptable, se podrá decir que asuntos como la amnistía, los pactos con los separatistas o el sainete de la dimisión, tienen poca importancia entre los electores a la hora de la verdad. Sería imaginable un revés de los grandes para el PSOE, pero ya se ve que Sánchez tiene un núcleo de fieles que le sigue haga lo que haga. De ahí que el presidente pueda interpretar que un resultado mediano podría suponer el respaldo a su política «de regeneración», que en realidad no es sino un ataque a la división de poderes, llevándose también por delante a la Prensa crítica que no le baila el agua.
No a los grandes grupos, pues eso no lo permitiría Bruselas, pero si una andanada contra medios digitales y portales de redes. Von der Leyen ya bendijo en Davos los recortes a los canales que «desinforman». Lo centraba la alemana en el mundo negacionista, antivacunas, anti-2030 y prorusos. Pero Sánchez va a aprovechar el soporte para erosionar a los digitales críticos con su política doméstica.
Tanto lo primero como lo segundo es injustificable, propio de regímenes autocráticos. La democracia está perfectamente protegida de bulos y difamadores (que son políticos, la mayoría de las veces) gracias a los Tribunales. Claro que como también hay que eliminar a los jueces independientes, entonces sí que el golpe es letal para el régimen del 78. Por eso son tan importantes estas elecciones europeas. Aunque algunos piensen lo contrario.
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