Restringido

Como niños riñendo en el patio

La Razón
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Pablo Iglesias está decidido a actuar contra todos aquellos que le disputen el liderazgo. Es su peculiar forma de entender cómo debe ser el camino hacia el poder. Por eso cortó la cabeza del secretario de Organización sin rubor alguno ni disimulo. ¿El pecado primordial de Sergio Pascual, por deficiente que hubiera sido su gestión? Ser afín a Íñigo Errejón. Su fusilamiento al amanecer servía de clara advertencia a quienes «fabrican» corrientes alternativas.

Al secretario general le han ido estallando problemas internos en distintos lugares como Madrid, Cantabria, Galicia y Cataluña. Ya se sabe que las divisiones en los partidos son letales. Los ciudadanos siempre consideran que aquellos que no son capaces de organizar su casa difícilmente se pueden encargar del cuidado de la de todos. Por eso los podemitas han pasado de una bien documentada sensación de cerco a Iglesias al cierre de filas en torno al «jefe». Aunque, visto lo visto, se les ha podido ir de las manos. Si bien, la condena judicial de Rita Maestre ha venido a quitar de algún modo la atención que pesaba sobre el círculo más próximo del líder, lo que ha servido como válvula de descompresión.

Ayer Errejón reapareció vía Twitter aprovechando un mensaje de apoyo a la portavoz morada en el Ayuntamiento de Madrid que algunos han valorado como de doble filo: «Castigo rancio, propio de otros tiempos». «Todo por delante», finaliza el tuit. ¿Se refiere Íñigo Errejón a la condena judicial a Maestre o a la «purga» de Iglesias en Podemos?

A Pablo Iglesias este viernes le tocaba la foto rodeado de sus responsables territoriales, los mediáticos Teresa Rodríguez (aunque se ausentó en la rueda de prensa posterior) o Pablo Echenique entre otros. A la sede de Princesa 2 acudieron todos al grito de «¡Adelante, Pablo, que vale la pena sacrificar a algunos por el proyecto colectivo!». Como lo importante para él era la instantánea, el protagonista ni siquiera hubo de esmerarse en hacer un discurso para la historia. Le sobró con decir que «se abre una nueva etapa en Podemos» y proponer a Echenique como sustituto de Pascual.

Fuera de los focos, por supuesto, ha quedado Errejón, auténtico destinatario de la mano furiosa de Iglesias. El secretario político y aún número dos del partido estuvo esperando –me consta– la invitación a esa cumbre. Nunca le llegó. Oficialmente, porque no está entre sus funciones encargarse de la organización territorial de Podemos. Pero su entorno, como suele decirse, hiperventiló. En cualquier caso, Íñigo Errejón ha contenido a los suyos para no romper la baraja. El frenazo encaja con su carácter prudente, posibilista y, en circunstancias adversas, frío. Pero, el cordón umbilical que ha unido a ambos líderes políticos, Iglesias y Errejón, se ha ido rompiendo en las pasadas semanas. La política es así de puñetera. Y ahora mismo la guerra está abierta.

Además, el terremoto interno que se ha montado parece que vendrá acompañado de sus réplicas. Lo que complicará aún más las cosas entre ambos. Los cambios en aquellos departamentos donde están presentes los próximos al todavía portavoz parlamentario de Podemos se dan por hecho en la formación morada: Comunicación o Redes son sólo dos áreas que el núcleo duro de Pablo Iglesias desea tomar «manu militari». Ayer, los dirigentes anticapitalistas se apiñaron en torno al líder en su cónclave. Pero todos allí eran conscientes de que se respiraba la calma que precede al combate que se librará en el Consejo Ciudadano Estatal del 2 de abril.