Fútbol

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Del caño al gorro

La Razón
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En febrero, lo que escucharon Isco y su entorno no fueron sólo cantos de sirena procedentes de Barcelona. Había un interés real por ficharlo un año antes de que concluyera el compromiso «enclausulado» que le ataba al Madrid. Le ofrecían más dinero, un lugar al lado de Messi, Suárez y Neymar y la posibilidad de convertirse en el heredero de Iniesta. En el Bernabéu no le salían las cuentas ni los minutos. La fiabilidad de la fórmula BBC, inalterable, el valor de un centro del campo consolidado por Casemiro, Kroos y Modric, y una escala salarial que no podía asaltar, le acercaban al Camp Nou. En éstas, las lesiones de Bale fueron su lanzamiento estelar. La ausencia prolongada del galés facilitó su inclusión en el «once» de Zidane, por delante de James, y le catapultó una calidad que sólo disfrutan los elegidos. Desde los tiempos de zozobra hasta hoy, ha vivido la más brillante de las transiciones. Es efectivo, desequilibrante, prestidigitador, trabajador y artista. Ha renovado hasta 2022 y le han consignado una cláusula antijeques (pobres) de 700 millones. Tiene tanta clase que no cuesta imaginarle una y otra vez repitiendo las diabluras que le hizo a Verrati en el último España-Italia. Primero un túnel, después un sombrero; del caño al gorro hasta el infinito con la tranquilidad de disfrutar de un domicilio estable.

El Madrid se refuerza con jóvenes talentos, españoliza la plantilla, cimenta los pilares y se blinda frente a las amenazas de una invasión que la UEFA no está dispuesta a frenar porque no hay nada como el dinero para ganar voluntades. Horas antes de anunciar la renovación de Isco hasta 2022, Marcelo también firmó la suya hasta idéntica fecha. Marcelo... Llegó con 18 años pensando que iba a negociar y le presentaron. Se rebeló contra una cesión y no ha desmerecido la posición que heredó de Roberto Carlos.