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Jesús Fonseca

El liderazgo que España precisa

Pocas cosas más saludables, en esta hora de España de cambios acelerados, que la valoración que hacen los españoles de su Rey. Felipe VI aparece en los sondeos conocidos estos días como el personaje más valorado. Algo que tal vez sorprenda a algunos. Pues sí, parecería que el Rey se ha metido en el bolsillo a la inmensa mayoría. Es lo que salta a la vista. Así que, visto lo visto, surge la inevitable pregunta, en medio de tantas flaquezas: ¿será cierto que tenemos en Felipe VI el liderazgo que España necesita? Parecería que algo de eso hay, y que no es por acaso, sino por algo, ciertamente. Porque, aunque no todos quieran enterarse, la gente discierne, no se chupa el dedo. Se da cuenta de quiénes se dejan la piel en servir, en ser útiles y quiénes no. De quienes tienen sentido de lo público y quienes lo tienen sólo de lo suyo. Ésa –y no otra– es la razón de fondo de sondeos tan favorables. Los españoles se sienten a gusto, por ahora, con su Rey. Un hombre trabajador, fiable. Y a gusto, también, con una Reina que es como es y no como algunos quisieran que fuera. Que tiene muy claro cuál es su papel y que no ha cometido, hasta el momento, errores de bulto. Para una nación con una vida social y política tan zarandeada como la que nos toca vivir, el ejemplo, el actuar de los Reyes es, tal vez, el mejor antídoto al desaliento; a todos los fatalismos que nos acechan. Vale la pena detenerse un poco en este alto refrendo popular. A fin de cuentas, si algo debe buscar la Corona es la cercanía con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su confianza. Si Don Felipe y Doña Letizia continúan, como hasta ahora, observando esta conducta, que es la que corresponde a su función institucional, a su responsabilidad social, les irá bien a ellos y nos irá bien a los demás. De lo contrario, lo lamentaremos y no poco. Por suerte, el Rey sabe que no tiene otra autoridad moral que ésta para el ejercicio de sus funciones. Él es, ahora mismo, un activo irreemplazable, en medio de tantos desajustes sociales y económicos que nos condicionan y cercenan. Se insiste mucho en que Felipe VI es el Rey mejor formado de nuestra Historia. Algo que, a mí, particularmente, no me parece lo más determinante para que las encuestas le sean tan favorables. Lo que seduce de este Rey es que no engaña, que es buena gente. Don Felipe da confianza, es abnegado. Sabe exponer su opinión, formular argumentos y hacer advertencias, sin entrar jamás en el debate político. ¿Se puede pedir más? Han pasado sólo diez meses desde que Felipe VI fue proclamado Rey ante las Cortes Generales y nadie que no sea mal intencionado duda de su buena voluntad. Pero no es cuestión de buenismo. Hay más: durante este tiempo, el Rey ha cumplido con habilidad y resultados eficaces, con su papel moderador; con la representación del Estado. Eso ha sido así, no tanto por su formación, como por su capacidad anticipativa, por su fino olfato. Porque las ve venir. Es listo como los conejos. No sale de la madriguera si hay escopetas cerca. Por encima de cualquier otra cosa, Felipe VI quiere a los españoles. Es el mejor portavoz de sus afanes y esperanzas, cualesquiera que sean sus sentimientos y sensibilidades, como estamos viendo constantemente en esas intervenciones suyas , medidas, para no ofender a nadie, pero claras y valientes, muy valientes. Algo en lo que coincide con la Reina. Los dos comparten y sienten como propios los éxitos y fracasos de unos y otros. Si siguen así, Don Felipe y Doña Letizia pueden desempeñar un papel valiosísimo para nuestra convivencia y bienestar. ¡Lo necesitamos tanto! Hará falta algo que no se puede predecir. Pero así son las cosas. Es el precio que deberán pagar: los Reyes no pueden cometer un solo error. Difícilmente se lo perdonarían los españoles, empeñados como están en recuperar y mantener la confianza en sus instituciones. Algo que, con frecuencia, se lo ponen harto dificil. A lo que iba: estos meses de reinado de Don Felipe y Doña Letizia han sido muy positivos. Falta nos hacía. Difícilmente podrían haber ido mejor las cosas. Tenemos un Rey inteligente, con iniciativa. Que traslada confianza y establidad. Y una Reina estupenda. Los dos lo están haciendo bien, muy bien. Nos sorprenden constantemente con su ilusión y cercanía. Con su conocimiento de la realidad humana y social de España. ¿No responderán estas encuestas tan favorables a que con Don Felipe y Doña Letizia está dando un paso al frente una nueva generación que apuesta por la honestidad y huye de la impostura? No sé. Es sólo una pregunta. Pero estas cosas hay que decirlas y escribirlas de vez en cuando, y no dejarlas pasar por alto. Más que nada, porque son verdad y porque levantan el ánimo y nos aúpan a todos un poco. Porque hacen frente al derrotismo y a tanta y tanta queja estéril.

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