Champions League

Real Madrid

El peligro, las musarañas

La Razón
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Aurelio de Laurentiis, el presidente del Nápoles, dudó de la capacidad de Maurizio Sarri, su entrenador, después de perder 3-1 en el Santiago Bernabéu en el partido de ida los octavos de la Champions. Notó que al equipo le faltó coraje, que no supo manejar la situación con el 0-1 y que de ahí la derrota. Si por él fuera, al Madrid lo recibirían en San Paolo en pie de guerra, con hogueras en el trayecto hasta el estadio y fuegos de guerra en las gradas. Con lo que su técnico pudo calificar como un desvarío, pero no lo hizo, lo que pretende es encender el ánimo de los jugadores, del preparador, de los aficionados, y que el lugar del encuentro de hoy aglutine todos los términos bélicos que envuelven al fútbol en partidos de alto riesgo: caldera de pasiones, un infierno, el volcán napolitano...

Nada que no se haya visto antes y a lo que el once veces campeón de Europa no esté acostumbrado. Es más, incluso su expedición en un choque anterior no pegó un ojo porque a las puertas del hotel organizaron poco menos que una cacerolada.

No necesitan los aficionados partenopeos estímulos para animar ni excusas para llevar en andas al dios Maradona, su ídolo. Ni el Real Madrid que lo amedrenten. Curtido en mil batallas, el equipo de Zinedine Zidane no tiene más enemigo que sus caídas de tensión, tantas veces inexplicables, y seguro que el ambiente hostil del San Paolo no le acongoja.

La renta de dos goles es un tesoro y, tras lo visto en el encuentro de ida, no parece que el Nápoles esté capacitado para sorprender, salvo que el rival comparezca ensimismado en las musarañas o víctima de esa nula intensidad que el entrenador reclama después de cada traspié. La muestra de su capacidad se vio el pasado sábado Eibar, incluso sin Bale ni Cristiano Ronaldo.