Bruselas

El voto por Europa

Tu voto es importante. En todas las elecciones en general, pero en las europeas de modo especial se pone de manifiesto la importancia de votar: primero, el sentido principal de votar está en que, si no lo haces, contribuyes a que, por ejemplo, partidos como Esquerra Republicana o CIU tengan proporcionalmente más votos y con ello mayor voz en Europa. Por eso es preciso acudir a las urnas. Ésta es, como puede observarse, la primera motivación importante para votar, es decir, conseguir frenar al adversario. Una vez que el sistema está establecido, y dejando por tanto filosofías o utopías a un lado, el caso es que no queda otra que votar con ese fin (éste es el papel del ciudadano). Hay tres partidos, por tanto, a los que se puede más o menos votar, por orden alfabético: Ciudadanos, PP y UpyD y otros no distantes. Es decir, es exigible que, ya de votar, aquellos que salgan elegidos, representen con una mínima claridad a España, y no lo contrario o cosas difusas al respecto. En el origen, Europa se pensó como una realidad propia, pero al final es un encuentro de representantes de Estados. Lo bueno, no obstante, de que salga de su pueblo un nacionalista y vaya a Bruselas es que se dé cuenta de qué papel tienen las regiones nacionales en Europa.

La segunda motivación importante de votar tampoco es baladí: con tu participación seleccionas qué personas en concreto pasan a tener una vida diferente. La primera noticia poniendo en google la frase «vida de los eurodiputados» es ésta, que yo no me creo: «Viajes de lujo a China, un fin de semana a Azerbaiyán, con helicóptero incluido, esquiar con la familia en los Alpes...». Por eso, tu participación es importante porque decides la persona que puede acceder a eso entrecomillado, no sea que, por no votar, vaya a aprovecharlo un candidato que lo merezca menos. Aunque yo no me creo esto, lo cierto es que el sentido de tu voto en general está, no obstante, en seleccionar la persona que pasa a tener una vida, generalmente, más interesante que la que llevaba antes: es decir, consigues de esta forma convertir o trasformar la vida gris de un empleado de Hacienda, por ejemplo, en un personaje con vida de color. Algo así (gracias al voto) como ese funcionario de Dostoievsky que vivía en el subsuelo, pero que sale a la superficie transformado en otra cosa, a un mundo donde de pronto es escuchado, y cosas así que nos gustan a los humanos. Por todo ello se comprende la importancia de unos comicios, parecido al poder que tenemos para que el premio a la mejor canción en Eurovisión llegue al que más se lo merece, la justicia como móvil electoral. Pero a diferencia de Eurovisión el problema de estas elecciones es que generan menos emoción. La emoción es un concepto clave en todo esto. Desde Aristóteles se viene más o menos entendiendo que el orden social ha de ser regido por la razón sin poder trasladar principios de otras esferas donde lo emotivo es más propio. Y sin embargo se permiten, en medida moderada, las emociones dentro de los procesos electorales. Todo esto está estudiado en muy numerosas publicaciones, sobre el papel del factor emoción en las elecciones, en especial en las norteamericanas, que son las más genuinas hoy día. La emoción no puede ser la regla, pero hay momentos estudiados para la emoción. El problema es que en las elecciones europeas no hay espacio ni siquiera mínimo para la emoción. Las elecciones se manifiestan en su quintaesencia, es decir, el poco interés para el ciudadano y el mayor interés para el que está en las listas (euroescepticismo no, comicioescepticismo, aunque vote).

Al principio Europa iba a desplazar a los Estados, y se habló incluso de un Derecho común. Después vino la subsidiariedad, y se consolidó Europa de esa otra forma menos emotiva del Estado federal, y se regularon entonces espacios para lo comunitario y para lo nacional, de forma que se consiguió (por la vocación esencialmente nacional de los Estados principales) dejar sin proyecto creativo o emotivo a Europa, pese a consolidarse ésta. Porque, eso sí, finalmente la UE ha acabado siendo una estructura donde se toman decisiones importantes. Pero ya hemos visto donde está realmente el quid de votar.