El desafío independentista

Gracias Cataluña

La Razón
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Quizás los españoles deberíamos sentirnos agradecidos por lo ocurrido en Cataluña. Pienso especialmente en ocho grandes acontecimientos que han podido no ser valorados suficientemente.

Muchos sectores de nuestra sociedad no captaban la utilidad de la Corona hasta que escucharon el discurso de SM el Rey en el que acusó a la Generalidad de una deslealtad inadmisible. Resonó como el toque de corneta que ordena el inicio de una marcha. Ha habido un antes y un después de este discurso. De ahí nace la necesidad de aplicar el artículo 155. El posterior discurso de D. Felipe en Oviedo no sólo confirma lo anterior sino que sirve para escenificar que la Unión Europea apoya la unidad de España. Muchos españoles empiezan a comprender la utilidad de la Corona en una situación tan grave como la que su padre tuvo que afrontar un ya lejano 23 de febrero de 1981.

En segundo lugar los españoles hemos descubierto lo que significa nuestra bandera, que ha pasado súbitamente de signo oficial de nuestra unión, a símbolo entrañable de la misma. De ondear en edificios oficiales se ha extendido a nuestros balcones. Ahora sólo tenemos una bandera, la de todos.

La tercera consecuencia positiva es la alta consideración que nuestra Constitución ha logrado como culminación de una transición modélica. También se ha perdido el miedo a hablar sobre su actualización que parece una necesidad evidente a la vista de la situación.

En cuarto lugar señalar que el prestigio y el cariño a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han crecido exponencialmente. Son los garantes de nuestras libertades legítimas y su presencia asegura la convivencia incluso en situaciones tan graves como las pasadas en Cataluña.

Con relación a los partidos políticos, señalar en quinto lugar que lo sucedido ha servido para separar el trigo de la cizaña. Por fin tres de los partidos nacionales han logrado encontrar algo en común: la defensa de la unidad. Han pasado de actuar como agencias de colocación de sus militantes a asumir un fin noble, colectivo y no sectario. Sólo Podemos en su fanático intento de destruir la transición del 78 se ha arriesgado a tener una España rota con tal de que fuera roja, invirtiendo así la inolvidable frase de Calvo Sotelo. En las próximas elecciones los españoles deberían recordar este fanatismo con que Podemos se ha quitado la careta mostrando así sus verdaderas prioridades.

En esta crisis los empresarios catalanes han demostrado cuánto valoran la estabilidad institucional y la consecuente seguridad jurídica que de ella emana. El dinero suele hablar claro y alto por sí solo.

En séptimo lugar, todos hemos sido testigos del valor cívico de los catalanes que se sienten a la vez españoles. El resto tendríamos que pedirles perdón por haberlos dejado solos durante casi cuarenta años sometidos a un fanático y constante embate de los independentistas.

Por último, creo que habría que agradecer el silencio sobre los ejércitos durante toda esta crisis. Contando el Gobierno con unas Fuerzas Armadas totalmente profesionales y que han jurado defender nuestra integridad territorial, hubiera sido relativamente fácil aludir a ellas como instrumento potencial. Pero esto habría reforzado hasta el paroxismo el victimismo separatista. Así mismo hubiera sido admitir una cierta impotencia de la Policía para controlar la crisis.

He mencionado brevemente ocho áreas positivas de una por otro lado dolorosa crisis institucional a la que el fanatismo de unas élites separatistas catalanas, un sector envenenado de la población y la indiferencia de unos amilanados gobiernos centrales han contribuido a alimentar. Puede que incluso tengamos que dar las gracias a los separatistas al habernos ayudado a redescubrir España. Una España que parecía dormida pero no lo estaba.

* Almirante (R)