Cástor Díaz Barrado

Inapelable

Sería ingenuo pensar que los procesos que han acontecido en muchos países árabes, en los últimos años, desembocarán inevitablemente en el establecimiento de regímenes democráticos en la manera en la que los entendemos en el mundo occidental y con las características a las que estamos habituados. Es verdad que las revueltas que tuvieron lugar en Egipto, Túnez o Libia acabaron con dictaduras que se prolongaban durante largo tiempo y que, en el caso de Siria, es la dura resistencia del régimen de Al Asad la que impide que se abra una nueva etapa en este país. No se puede negar, por lo tanto, que se ha abierto una ventana a la esperanza que quizá conduzca al desarrollo político y económico de estos países y que, de una manera u otra, se puedan sentar las bases para la instauración de verdaderos estados democráticos en los que se respeten los derechos fundamentales. La tensión para lograrlo pervive y se expresa, con asiduidad, en cada uno de los cambios que se vienen produciendo en estos países en los procesos políticos que vienen experimentando. La postura adoptada por el presidente egipcio, Mohamed Morsi, de considerar inapelables y no sujetas a ningún control político o judicial sus decisiones, asegurándose así una inmunidad absoluta, no es conforme, desde luego, con la evolución tendente a la consolidación de un sistema democrático en Egipto. Una decisión así revela, sin embargo, que todavía es difícil erradicar las prácticas de quienes antecedieron al presidente Morsi en el ejercicio del poder. El camino que tome la nueva realidad política egipcia está por verse y, con ello, se verán también las posiciones que, en la práctica, adopten los denominados islamistas moderados en ámbitos tan relevantes como la participación política o la defensa de los derechos humanos. Pero, por ahora, son muy significativas las reacciones que la postura de Morsi ha producido en amplios sectores de la población egipcia, así como la polarización de la sociedad que ha generado un asunto de esta naturaleza. Todavía cabe esperar que exista una oposición fuerte al poder de los Hermanos Musulmanes en Egipto y que esta oposición tenga capacidad de plantear propuestas alternativas que sean aceptadas por los egipcios. La existencia de oposición es consustancial a todo régimen democrático y su función, esencial para la pervivencia del mismo. También ha habido una importante reacción de ciertas instituciones del Estado, como los jueces, que están llevando al presidente Morsi a moderar su posición. Todavía no es inapelable la inexistencia de un régimen democrático en Egipto.