Alfonso Ussía

Invasores

La Razón
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En el tramo final del decenio de los cincuenta del pasado siglo, España y el Reino Unido se enfadaron un poquito por el asunto de Gibraltar. Los estudiantes se manifestaron ante la Embajada inglesa, y la concentración se acaloró más de lo que estaba pactado. El embajador llamó al ministro de la Gobernación, y le dio cuenta de alguna ventana que se había quedado sin cristal por el lanzamiento de piedras. El ministro, solícito, preguntó al embajador: -Señor embajador, ¿desea usted que le mande más policías?-; y el embajador le respondió: -No es necesario, señor ministro. Lo que deseo es que me envíe menos manifestantes-.

El gran semanario de humor «La Codorniz», dirigido por Álvaro De Laiglesia, celebró en su mesa de redacción un consejo histórico, al que asistieron con cascos de la guerra austrohúngara sus principales colaboradores. El director, Antonio Mingote, Evaristo Acevedo, Alfonso Sánchez, Tono, Munoa, Chumy, Mihura, Herreros, Serafín, Llopis y demás ingenios de la Villa y Corte. Y «La Codorniz» declaró oficialmente la guerra a Inglaterra. Una declaración de guerra sin vuelta de hoja. Los soldados de «La Codorniz», capitaneados por don Álvaro, atacaron con exquisita educación diferentes posiciones enemigas. «El Corte Inglés», las «Pañerías Inglesas» de la calle de Serrano, el Instituto Británico, y la juguetería «Miñón», que importaba de Inglaterra los coches «Dinky Toys». También invadieron el bar «Balmoral», donde tomaron alguna copa que pagaron religiosamente. La guerra se prolongó durante una semana, al cabo de la cual se firmó el armisticio sin vencedores ni vencidos. El Reino Unido se quedó con Gibraltar y «La Codorniz» con el honor intacto.

Creo que fue la única guerra declarada contra un Estado por un medio impreso en la Historia de la Humanidad, al menos hasta ahora.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha acusado a cuatro periódicos españoles, La Razón, ABC, El Mundo y El País de preparar una invasión de Venezuela. «Están creando las condiciones para una agresión contra nuestra nación», ha dicho el primate. Se trata de una gravísima acusación que merece una respuesta inmediata. Según he sabido, los cuatro periódicos han fletado un barco que partirá un día de estos del Puerto de Santa María con diez redactores de cada medio rumbo a las Bocas del Orinoco. De allí bodeará la costa caribeña hasta el archipiélago de Los Roques, para despistar un poco. Y de Los Roques al puerto de La Guardia. Los cuarenta periodistas españoles llegarán a Caracas después de superar el Monte Ávila, y tomarán la Capital de Venezuela por el flanco sur-suroeste, el menos defendido por el Glorioso Ejército Bolivariano. Conquistado el referido flanco, los soldados de los cuatro diarios nacionales de Madrid, ocuparán diez taxis y se dirigirán al Palacio de Miraflores para detener a Maduro y su esposa y proclamar posteriormente el Estado de libertad en Venezuela.

Llevan comida para treinta días, aproximadamente, sabedores de que en Venezuela es complicado encontrar alimentos.

Entiendo la preocupación de Maduro, y la adopción de medidas urgentes que ha tomado para impedir la invasión. En los entornos de Podemos, la preocupación crece como una buganvilla en el mes de julio. Temen que los invasores encuentren papeles comprometedores. Pero también confían en la fuerza del glorioso Ejército Bolivariano, que no dudará en rechazar la invasión de su país. –Por si acaso, nos llevaremos la huchita con nuestros ahorros a las Granadinas-, ha recomendado la señora de Maduro, la primera guerrillera bolivariana. Para llevarse la huchita necesitan un portaaviones, porque han ahorrado más de lo debido y los billetes de dólares americanos ocupan demasiado. Pero tan desagradable medida sólo será tomada si la invasión de la prensa española tiene éxito.

Cuarenta periodistas españoles navegan hacia la costa de Nueva Granada para invadir Venezuela, mientras aquí en España, ajenos a su heroísmo, seguimos con las tonterías de siempre.