Alfonso Ussía

Juventud y bandera

La Razón
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Escribo con antelación a la manifestación de Barcelona. Me ocupo de la que tuvo lugar el sábado en la Plaza de Colón de Madrid. Me asombró el porcentaje de jóvenes con su Bandera. También Señeras limpias, sin triángulos invasores ni estrellitas del Ché, aquel señorito revolucionario al que Fidel Castro traicionó para que le dieran matarile.

Ni un mal gesto, ni una mirada de odio. Mañana de fiesta. Y una mayoría de jóvenes abrumadora. Se corearon «vivas» a España, a Cataluña, a la Guardia Civil y a la Policía Nacional. Cien mil banderas, anudadas a los cuellos y los cuerpos. No oí vítores a favor de Puigdemont, Anna Gabriel o el Mayor Trapero. Lógico en una concentración reunida por España y el buen gusto.

Comparándola a la del 1 de octubre en Barcelona, ni una crispación, ni un insulto, ni una mirada de odio, ni una acción violenta. Se trataba de una manifestación para unir, no para romper. A pocas decenas de metros, en Cibeles, otra manifestacion, más insulsa y disfrazada de podemismo. Todos de blanco, lo cual encajaba a la perfección porque allí celebra sus victorias el Real Madrid. Cuando los manifestantes de blanco, en conjunto mucho más vetustos que los de Colón, Génova, Goya y Recoletos, advirtieron que Ramos, o Cristiano o Modric, o Kros no se hallaban en los aledaños para ofrecer la Copa de Europa, fueron abandonando poco a poco Cibeles un tanto contrariados. La alcaldesa Lalona quiso entorpecer la manifestación por la unidad de España, y no lo consiguió. No compareció ni Punset.

Cien mil personas, pero la que se ha convocado hoy en Barcelona puede superar el millón. La Policía de Colau rebajará el millón a 50.000, la de Trapero a 25.000 y TV3 a 10.000. Pero lo harán muy preocupados, conscientes de la gran victoria de España. El odio irracional que se respiraba en Barcelona se ha escondido. De todos los rincones de España han acudido españoles para abrazar a los millones de catalanes que han sido olvidados por su Gobierno y por el de todos. Que son muchísimos más los catalanes que aman a España desde su catalanidad, que los que la odian. Que la Bandera de todos los españoles combina perfectamente con la Señera histórica de Cataluña y el reino de Aragón. Es más, y los odiadores lo ignoran. La Bandera de España es consecuencia de la Señera de Aragón, el principado de Cataluña, el Condado de Barcelona y el señorío de Balaguer. ¿Cómo no van a fundirse apasionadamente?

Puigdemont está siguiendo la manifestación desde su despacho, quizá despidiéndose de su comodidad y mobiliario. TV3 ha desplazado a decenas de sus chicos para que filmen cualquier acción criticable, o un grito fuera de tono. Matías Prats en Antena-3 termina de decir que se han reunido «decenas de miles» de personas. Se me antoja muy poco generoso el cálculo. Pero da lo mismo. Digan lo que digan, los que están allí saben cuantos son y cual es su objetivo. Llevar a los buenos catalanes el abrazo de toda España. El odio, repito, se ha escondido.

Cataluña ha cambiado y ha perdido el temor que causan los nazis y los comunistas. Y de ese cambio mucha responsabilidad tienen el Rey y las palabras del Rey. Intuyo que algunos de los que insultaron el pasado 1 de octubre a guardias civiles y policías nacionales, hoy están aplaudiéndolos y agradeciendo su servicio. Las mentiras se desmoronan. Más de cinco siglos no se ocultan. Voy a seguir las imágenes de la manifestación con orgullo y cariño. ¡Viva España y viva Cataluña! Banderas de España y Señeras limpias. Y miles de jóvenes, como en Madrid, respondiendo con una sonrisa al odio de los cafres.