Restringido
La bolita del trilero
Ninguno de ustedes habrá picado, pero seguro que han visto esas timbas que los timadores montan en la acera con una mesita y tres cubiletes.
El juego consiste en adivinar dónde se esconde la bolita y por chocante que parezca, siempre hay algún pardillo que apuesta seguro de acertar. Nunca lo hace, porque el rufián mueve lo suficientemente rápido las manos como para los cándidos no perciban que escamotea entre los dedos la bola y que debajo de los cuencos no hay nada.
A gran escala es lo que acaba de hacerles Pedro Sánchez a Susana Díaz y demás compañeros mártires con el anuncio de que pedirá a los afiliados que voten sobre el pacto que tiene ya medio cerrado con Pablo Iglesias y un racimo de mangantes periféricos.
Hay todavía algún incauto confiado en que más de la mitad de los 194.000 penitentes, que todavía pagan cuota, se pronuncie en contra de ese «Gobierno Frankenstein» que formarán PSOE+Podemos+IU con apoyo o abstención de PNV, DiL, ERC y el aplauso de Bildu. Están en la inopia. La menguante militancia del PSOE votará en bloque «si», porque a la hora de la verdad interiorizará que aprueba que el «suyo» se meta en La Moncloa y si cogen ministerios, secretarias de Estados, direcciones generales y empresas públicas o se las dejan a los «otros».
Si la pregunta fuera «¿quiere usted que Iglesias sea vicepresidente?» o ¿aprueba que el CNI, la Policía, el Ejército y RTVE esté en manos de los podemitas?, quizá la respuesta fuera diferente. Pero no será así, porque Sánchez ya les ha birlado la bolita.
Con contadas excepciones, ungirán como presidente del Gobierno de España a quien muchos de ellos no querrían el próximo 8 de mayo ni como secretario general, en el improbable caso de que se llegase a esa fecha sin que Sánchez, Iglesias y compañía urdan un apaño. Tras 15 años de ser bombardeada inmisericordemente con la caricatura zapateril de que el PP es un partido demoníaco, que maltrata a las mujeres, odia a los refugiados y condena a los niños a malvivir sin educación o sanidad, la llamada izquierda española –incluida la socialdemócrata–, se considera más próximo al independentista catalán o al proetarra vasco, que al popular mesetario. Ya les pueden decir a los sociatas que están en juego la integridad de España, la recuperación económica y hasta la supervivencia del PSOE. A la hora de la verdad, bendecirán un Ejecutivo de Podemos presidido por Sánchez y, los muy bobos, hasta se pondrán contentos.
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