Fernando Vilches

La cintura

Esta palabra tiene en español varias connotaciones. A mí, la primera que me viene a la cabeza es en qué momento mi tejido adiposo ganó la partida a la forma más estrecha de esa parte del cuerpo. Y la asocio siempre a regímenes de adelgazar. La segunda es la marca que en español clásico diferenciaba la honradez de la honestidad, antes de que los bárbaros del otro lado del Atlántico nos invadieran con su lenguaje políticamente correcto y con su pobreza idiomática. La primera se medía de cintura para arriba y la segunda, de cintura para abajo. La tercera es una connotación política propia de nuestra muy aseada, culta, progre y talentosa casta del mundo del cine que todos los años nos da una muestra plástica de su cintura a propósito de los Premios Goya (o los Goyas, como dicen los que se tumban en los sofales). Son todos muy progres... de cintura para abajo, con todo aquello que no les compromete más que a la foto, pero luego desfilan por la alfombra roja con sus glamourosos vestidos y a disfrutar de una velada que debe sufragar TVE, o sea, con los impuestos de todos los españoles, en la que se habla de ausencias, de política sesgada, de intereses espurios, pero muy poco de cine o de talento. Y, eso sí, todos de izquierda y algunos con el puño en alto mientras entran rápido en el Palacio de Congresos, porque, si eres un director valiente, talentoso, buena persona y de derechas, como Antonio del Real, pero independiente de criterio, lo que consigues es que te embarguen la casa por hacer un peliculón sobre la Historia de España y que nunca estés «nominado». La cultura de algunos de estos pseudo cómicos de la lengua está a la altura de la recaudación de algunas de sus películas. Luego se encuentran los que de cintura para abajo no creen en Dios, y que suelen habitar por las organizaciones religiosopolíticasydepoder.com. Pero, para cintura de Oscar, la del dirigente venezolano Maduro: «Detener a quienes salgan a tratar de ejercer violencia sin permiso». Y quién da ese permiso...