Marta Robles

La pastillita mágica

La Razón
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«El alcohol es un veneno, oiga», le dijo un médico a un abuelo de 88 años cuando le contó que llevaba toda la vida bebiéndose un sol y sombra en el desayuno, una cervecita al mediodía, media botella de vino y un carajillo en la comida y otra media y algún digestivo por la noche... A lo que el anciano contestó: «Pues debende ser un veneno muy lento». Tiene gracia, porque es un chiste. Pero no debería tenerla porque es el fiel reflejo de la sociedad española.

Es cierto que nuestra cultura del vino, probablemente el alcohol menos perjudicial, hace que bebamos menos licores destilados... Pero el vino también emborracha, por mucho que algunos crean que no. Tanto, que incluso es la bebida de las «drunkoréxicas», esas bebedoras sociales que caminan como si danzaran por las reuniones vespertinas, con una copa de vino blanco en la mano, y que beben, sin parar, para evitar comer y no engordar. En nuestro país, además de para no coger peso, se bebe mucho para alternar, para no quedarse al margen o, sencillamente, como hacen tantos jóvenes, para emborracharse. Se calcula que, entre nosotros, hay 200.000 personas que padecen alcoholismo; y eso sin contar a tantos que beben habitualmente en su día a día y que no podrían prescindir del alcohol, siquiera una copa, y que se niegan a reconocer que son alcohólicos. Controlarse, saber parar de beber es una cuestión de voluntad y de sentido común, pero visto que tanto una como otro nos faltan, nada como una pastillita mágica que reduzca nuestras ganas. Llegará en 2014 y a muchos, con apoyo social, les salvará la vida. Para otros, por desgracia, será demasiado tarde.