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La portería

La Razón
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Un lustro en el puente de mando del Atlético de Madrid. Cinco años ha empleado Diego Pablo Simeone en desterrar la fatalidad, recuperar la grandeza perdida, arrinconar al «Pupas» –con dos finales perdidas en el instante de la extremaunción cuesta creerlo, no obstante–, tutear al Madrid, al Barça, al Bayern y a los más poderosos acorazados continentales. Más de 1.800 días para subvertir la historia, ganar una Liga, otros varios títulos y una Copa al eterno rival en el Santiago Bernabéu.

El Cholo deja huella, profunda y conmovedora, como la entrega absoluta de una afición que respira por sus pulmones y transpira por sus poros. Su tiempo en el club se agota –rebajó dos años el contrato, de 2020 a 2018–, como el de todos los entrenadores por muy especiales que sean. Y él lo es. Por lo que ha conseguido, por esa ilusión suya que no se desvanece, que es contagiosa, que renueva cada día que amanece, y porque la mejor demostración son los hechos. Simeone es especial porque un lustro en el banquillo rojiblanco le ha elevado a la cúspide; no porque él lo diga. Son hechos. Él no necesita reivindicarse después de cada conquista o tras una gran victoria, ni busca chivos expiatorios cuando fracasa. El Cholo, el entrenador mejor pagado de LaLiga, no es Mourinho, ni falta que le hace. Ni tiene su historial –una biografía que está en proceso– ni su poder.

Simeone dice en «Marca» que si el club hace un esfuerzo podrían seguir juntos... No está pidiendo un aumento de sueldo, sino una plantilla que mantenga a los mejores y se refuerce con sus deseos. Quiere dirigir un equipo fuerte y que dependa de él la calidad del plantel, no de las necesidades de tesorería. En eso le lleva mucha ventaja Mourinho, que le ha dicho a De Gea que no sueñe con taquilla en el Bernabéu: «Vas a cumplir los tres años de contrato que has firmado con el Manchester United». De ahí el renovado interés del Madrid por Courtois. Navas, ave de paso.