Irene Villa

La verdad

«La verdad es la verdad y no puede esconderse». Cada día nos conquista un poquito más el Papa Francisco. Esta semana nos ha dejado impactados con su discurso en el Parlamento Europeo. Pero sobre todo es su implicación en los temas más escabrosos y vergonzantes, que han permanecido preferiblemente silenciados, y su claridad y contundencia a la hora de defender la verdad, la justicia y la dignidad, lo que despierta verdadera devoción. Cada una de sus declaraciones nos sorprende gratamente y sus actos le convierten en un Papa valiente, que afronta los problemas de frente. Fue maravilloso escuchar un discurso tan hermoso, lúcido, humanista, unitario, rotundo, solidarioS y sobre todo, si ciertamente es escuchado por los europarlamentarios y se toman las medidas adecuadas para que ese aliento se materialice, profundamente esperanzador. «Una Europa que no gire en torno a la economía», sino al ser humano, a vencer la soledad. Su intervención en la eurocámara defendiendo los derechos humanos y sociales como base de la dignidad, ha conseguido incluso que quienes no apostaban por él y escudriñaban además su trayectoria con lupa, se rindan a sus pies. Es de celebrar y agradecer que por primera vez, tenemos un Papa que agrada a todo tipo de ideologías y que además seduce a quienes nada tienen que ver con la religión. Sus palabras han sido resaltadas y expuestas en foros, partidos, redes sociales... hasta de los que han estado siempre lejos de la Iglesia. La admiración, el cariño y el respeto que siempre ha despertado el Papa Francisco, se ha multiplicado. Y seguirá creciendo.