La verdad de los pactos

Se equivocan los que dicen que los ciudadanos hemos trasladado un mensaje a los partidos políticos: que pacten. Una cosa es que el resultado político haya sido el que ha sido, y otra muy distinta el que los votantes hayamos dicho nada sobre con quién hay que pactar y con quién no. Pero en esta juerga que está siendo el tiempo postelectoral, cada uno no se conforma no ya con decir lo que se le ocurre, sino que también dice lo que opinamos los ciudadanos.

Véase por ejemplo el espectáculo de Andalucía. Susana Díaz, que lleva ya dos meses intentando pactos desde que ganó las elecciones, ha dado un ultimátum a los partidos que pueden apoyarla: o le dan su apoyo, o nueva convocatoria electoral. Pero en realidad ese ultimátum no se lo da a Ciudadanos, Podemos o al PP, sino que se lo da a su propio partido, el PSOE, porque ella ya tenía pactada la abstención con el PP a cambio de alcaldías y ahora viene su secretario general y dice que hay que pactar con todos menos con el PP. Pena lo de Pedro Sánchez: una cosa es hacer política y otra hacer el ridículo. Es razonable que Sánchez piense en las generales, pero no es menos razonable que Susana piense en Andalucía. Es decir –aquí sí– en lo que han votado los ciudadanos.

Pero lo pactos, que podrían tener también su parte buena, están llamados a ser de otra manera. Me dicen desde Moncloa que, a la vista de lo sucedido, no hay más remedio que cambiar la ley electoral. Estoy de acuerdo, pero mientras tanto vamos a ver la legislatura autonómica y municipal más desastrosa de las últimas décadas. Y no será ni por el PP ni por el PSOE.