Fernando Vilches

Mamá, quiero ser...

Mamá, quiero ser...
Mamá, quiero ser...larazon

Actor de cine, español, de izquierda, muy comprometido con los desfavorecidos (yo también soy minero), con esa especie de bula en la que todo se me permita desde mi militancia, pero, eso sí, sin que me toquen mi caché, mis lujos en islas paradisiacas y mis mansiones en USA (EEUU queda para los nacionalistas españoles) y en otras partes del mundo, porque me lo he ganado con el sudor de mis interpretaciones. Hace años, a Perico Fernández, un boxeador maño, tan buen pegador como astuto, le hicieron una de esas entrevistas a famosos que no hay por donde cogerlas. Y le preguntaban, más o menos, por lo que estaba dispuesto a compartir con los pobres. Y contestaba con esa gracia maña única: si tuviera tres casas, dos se las daría a los pobres; si tuviera tres coches, dos, también; pero no me preguntes por motos, porque sí tengo, tengo tres y esas nos las comparto con nadie.

Tuve la santa paciencia de «tragarme» la Gala de los Goya, que es algo así como los Óscar, pero en más catetillo, con menos pompa y boato y con un ministro del gobierno presente, algo inaudito en la empresa independiente cinematográfica hollywoodense. Y siempre me viene a la cabeza la comparación entre los sindicatos españoles, que viven de la subvención pública, y los alemanes, que se autofinancian. Cuando uno recibe dinero público, se deslegitiman mucho, pero mucho, las críticas al Sistema o al gobierno de turno. Aguanté hasta la intervención de Candela Peña (reconozco que sentía por ella una gran simpatía), que me pareció digna de la mejor comedia esperpéntica de Valle Inclán. Pensé que esta pobre mujer había tenido al padre en Cuba o en un país tercermundista, pero no, era un hospital catalán que, en la época en que ella situó la muerte de su padre, dependía del famoso tripartito. Y también pensé que esta chica se iba a meter en un lío, porque si el hospital era español, su gerente se querellaría inmediatamente contra ella por razones obvias. Pero no. Ella, como la mayoría de nuestras abnegadas actrices, es de izquierdas y se le perdonan todas las «boutades» que pueda decir. Qué lastima de cine, qué pena de gala y qué pobreza de discursos de agradecimiento.