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Osoro, el peregrino mileurista

Osoro, el peregrino mileurista
Osoro, el peregrino mileurista larazon

Hace bien en alzar el brazo para que el agua bendita del hisopo alcance a los más alejados. Buena falta hace. En los tiempos que corren, y acaso en cualquier tiempo, la misión de la Iglesia consiste en bendecir a todos, acercarse a las fronteras de la increencia y de la miseria humana compasivamente. La gente está cansada de anatemas. Parece que Carlos Osoro, cántabro, 69 años, que ayer tomó posesión del arzobispado de Madrid, trae esas intenciones. «Voy a hablar con todos y salir por las calles». Eso ha dicho de entrada. Es su programa. Ahí lo tienen en la Almudena, con su sobrepelliz y su sencilla cruz de plata en el pecho, rodeado del alto clero del cabildo. Llegó a la catedral acompañado del nuncio para relevar al cardenal Rouco. En torno a él se formó en la ceremonia una corona de sesenta obispos y varios cardenales, una prueba de la importancia y alto significado que se concede a este relevo en la archidiócesis de Madrid. Desde luego, más importante que un reajuste en el Gobierno. Un hombre bueno que conoce el paño, el padre Ángel, de Mensajeros de la Paz, ha dicho: «Si Tarancón fue el hombre de Pablo VI en la España franquista, Osoro es el hombre de Francisco para promover la primavera en la Iglesia aquí y ahora». Que Dios le oiga. Fue por lo visto el papa Francisco el que puso a Carlos Osoro el calificativo de «El Peregrino», porque acostumbra a vivir a pie de calle. Ya es hora de que la Iglesia de España salga de la sacristía. El nuevo arzobispo de Madrid, convertido inmediatamente en referencia de la Iglesia española, en el símbolo de un cambio de rumbo tras la pérdida de peso y de influencia del catolicismo en los últimos años, tiene fama de moderado, pero presenta sus propias peculiaridades, que impiden las simplificaciones. No es hombre de palacios artesonados ni de grandes pompas mundanas. Vive austeramente con 1.010 euros mensuales. Esa es su nómina, según ha confesado. Un arzobispo mileurista es capaz de compartir las inquietudes de la calle. Por eso se ha referido enseguida a los «parados e inmigrantes». Antes de hacerse sacerdote, tuvo novia y pensó seriamente en fundar una familia. Así que también en esto sabe de qué habla. Además de Teología, es instructor de Educación Física, y no será extraño verle competir en alguna carrera popular, diplomado en Magisterio y licenciado en Ciencias Exactas. Para él no hay ninguna incompatibilidad, sino todo lo contrario, entre la ciencia y la fe. Los que lo conocen de cerca coinciden en que es una buena persona, y ya se sabe que al mundo lo salvan las buenas personas.