Historia

Alfonso Ussía

Pijogrado

La Razón
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Contemplo fotografías y vídeos. «In video véritas». Un cabo de los Mozos de Escuadra con una estrelladita posando junto a un coche de la Guardia Civil arrasado por los pijos. En alguna concentración callejera se reúnen los rastas de la CUP, pero los niños pijos de Barcelona son los que mejor se lo están pasando. Se advierte su buena condición de cuna, los paseos en su carrito empujado por el ama en los altos de Pedralbes. A muchos de ellos los figuro en Comillas, o en las playas de Oyambre y Gerra, o en los atardeceres del Real Club de Estrada preguntando por la presencia de la Bandera de España en ese club fundado por catalanes. No, por cien familias de Barcelona, trescientas de Madrid y un centenar de Sevilla. No son ellos, pero por su aspecto podrían serlo. Cosas de las revoluciones. San Petersburgo, la ciudad de los palacios y los Zares, pasó a llamarse Leningrado cuando triunfó la avalancha bolchevique. Propongo a los separatistas, que de conseguir su casi imposible independencia de Cataluña del resto de España, Barcelona pase a denominarse Pijogrado. En Madrid los pijos nos manifestamos en el decenio de los sesenta ante la Embajada británica para pedirles la devolución de Gibraltar. Éramos pijos con vocación de ensanchar nuestra Patria no de reducirla. El embajador de Su Majestad británica habló con el ministro de la Gobernación. – Están apedreando la embajada, y han roto algunas cristaleras de las ventanas-; -¿le mando más policías, señor embajador?-; - no, señor ministro, pero no me mande más señoritos de Serrano-. A mi lado, una chica muy conocida y deseada que pronunciaba «Yibráltar». – Tenemos que recuperar «Yibráltar». Hoy será de Podemos, que son los que mejor pronuncian New York, New Zealand y Maiami. Terminada la manifestación patriótica, los pijos serranescos se distribuían entre Portosin, El Corrillo, Roma, Mozo, El Águila y «Embassy». Los más ricos ascendían por Hermosilla hasta El Aguilucho, y sus padres comentaban los aconteceres en Balmoral o el bar de Hotel Velázquez.

Ignoro donde se reunirán los pijos de Barcelona después de provocar a la Guardia Civil y la Policía Nacional que tienen órdenes de no responder a los insultos ni a los acosos. En los sesenta, incluso contra los pijos de Serrano que se propasaban en sus lanzamientos de objetos, los grises soltaban unos mamporros y porrazos de órdago. - ¡Agente, que mi padre es el subsecretario de Agricultura!-; - pues díle a tu padre, si te quedan dientes, que tiene un hijo gilipollas-. Lo de los manifestantes «bien» de Barcelona o Pijogrado carece de mérito. Saben que son intocables. La revolución sin respuesta. -Mamá, no son tan antipáticos los represores. Has de saber que olvidé en casa el mechero, y un guardia Civil me prestó el suyo-.

Porque Pijogrado es una ciudad muy grande. Cuando era libre, tenía bares muy tradicionales, y aquella discoteca «Up & Down» en la que celebrábamos las fiestas de ABC. Ignoro si permanece abierta y sigue de moda. Hay una diferencia. Los propietarios de los bares y marisquerías de Serrano y su entorno se hacían de oro cada vez que reclamábamos la devolución de Gibraltar. En Pijogrado no tienen la cultura del derroche. Así entró en el Aguilucho un madrileño de pro: «Luki, invita a todos de mi parte»; - señor marqués, que tiene usted una cuenta pendiente de más de 10.000 pesetas-; -Pues más a mi favor, invitas a todos y me lo apuntas-.

Esos chicos y esas niñas de las mejores familias de Barcelona se lo están pasando bomba. Y los mayores, que ayer en el Liceo gritaron «Independencia» y «Votaremos». Ellos, sus mujeres y sus amantes, todos. Pero no lo van a conseguir. Las leyes triunfarán y Barcelona o Pijogrado, se meterá poco a poco en sus casas mientras sus líderes de familias «mal» visitarán los despachos de los jueces. Y en el Real Club del Prat, o en el Real Club de Polo, o en el Real Círculo Ecuestre, o en el Club del Liceo, se comentará: «Con tanta policía demuestran que no creen en la democracia y el diálogo».

Fuera de todo esto, son encantadores.