Toni Bolaño

Piratas o corsarios

CDC no cobró comisiones de Ferrovial ni tuvo trato de favor. Así de contundente se mostró el presidente de la Generalitat en su comparecencia en el Parlament. Si en algún caso las hubiera cobrado, Artur Mas afirmó que CDC devolvería el dinero. De hecho, cuando se conoció que el partido nacionalista firmó convenios con el Palau para potenciar el canto coral, o cuando se conoció que el secretario de Inmigración de la ejecutiva nacionalista, Àngel Colom, había cobrado 75.000 euros de Millet, el partido de Mas –sonrojado ante la opinión pública– se apresuró a devolver lo cobrado de forma, digamos elegantemente, poco ética.

Siguiendo la doctrina Munar, en la corrupción política valdría con devolver el dinero. Pagar, según esta tesis, debería exonerar de responsabilidades políticas, y penales. Como recordatorio, la responsable política balear hoy está en la cárcel. Conclusión, no basta con devolver el dinero negro. Si se demuestran irregularidades en el tribunal, el máximo responsable del partido debe asumir sus responsabilidades. Según el juez y el fiscal, el caso Palau, el caso Convergència, tiene unas responsabilidades que suman más de 5 millones de euros entre comisiones y pagos de los ladrones confesos, Millet y Montull, a empresas que trabajaban en las campañas electorales de la formación nacionalista.

Artur Mas pasó el trámite parlamentario para sentarse a esperar el juicio oral. Un juicio en el que comparecerán, se supone, Millet y Montull. Casualmente, siguen en la calle. Reconocieron que protagonizaron el desfalco y siguen en la calle. No están en prisión. Quizás, está es la razón de su silencio. En boca de Joan Herrera, de Iniciativa per Catalunya, la cuestión es saber si son piratas o corsarios. Si actuaban de por libre, o actuaban al servicio CDC. Algo debe haber, cuando el juez instructor ha embargado la sede del partido por más de 3 millones de euros.

Con esta rémora, no es de extrañar que el primer presidente que comparece en la cámara catalana por un caso de corrupción política haya negado la mayor. Para Mas, todo es fruto de una mente calenturienta, de especulaciones. Se atuvo al guión. Reivindicó su inocencia y se salió por la tangente. Negó la evidencia, la responsabilidad, la culpabilidad y la propia existencia del caso. A pesar de todo, su postura es difícil de entender cuando el principal imputado, Daniel Osácar, fue su secretario personal y el responsable de finanzas de CDC. ¿Mas no sabía lo que hacía su mano derecha? Difícil de explicar.