Ramón Tamames

Planeta azul

El pasado martes 29 de enero, leí mi discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, centrado en «la búsqueda de la paz perpetua en el siglo XXI»; recordando el célebre ensayo de Immanuel Kant de 1795. Por cierto que los que quieran el texto de mi intervención en la referida Docta Casa, 268 páginas, pueden pedirla por correo electrónico a castecien@bitmailer.net.

En mis palabras en la Real Academia, me referí a los cuatro retos a que actualmente se enfrenta la comunidad internacional: peligro de que se disgregue la globalización económica, arma nuclear y armamentismo, subdesarrollo-miseria-pobreza, y deterioro de la biosfera. Y sobre ese último tema, el resumen que puedo hacer de lo que dije verbalmente es bien sencillo: a pesar de los tratados y convenios en curso de aplicación, sigue avanzando la degradación de origen antrópico de la biosfera.

Los muchos males ambientales que padecemos, se sintetizan las crecientes emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero; a causa del calentamiento global originado por el mayor consumo de energías fósiles. De manera que no obstante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, y su derivación del Protocolo de Kioto, el cambio climático se está percibiendo como un proceso imparable; a menos que se tomen de inmediato medidas radicales.

Sin embargo, no hay indicios de que vaya a producirse un punto de inflexión, pues la crisis económica desatada en 2007 ha venido relegando la atención a las dificultades del entorno planetario; poniendo el tema en el rango de los problemas secundarios, precisamente cuando las amenazas referidas, van haciéndose mayores que nunca. Es necesario, pues, un Gobierno de la Biosfera, basado en la solidaridad diacrónica; esto es a través del tiempo, para preservar el planeta azul en pro de las generaciones venideras, legándoles un hábitat hospitalario para todos.