Política

Ely del Valle

Plomo fundido

Plomo fundido
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Parecía que esto no iba a llegar nunca, pero Artur Mas, por fin, convoca elecciones. Lo hace tras meses de amagos, de titubeos, de que voy pero no voy, y después de haber utilizado su cuarto y mitad de legislatura para crear una crisis territorial sin precedentes, dejar a Cataluña a la cabeza de las comunidades más endeudadas, provocar una fuga de inversiones extranjeras del 45%, colocar los impuestos más altos de España, tensar como un tirachinas las relaciones entre Convergència y Unió y toparse de frente con los escándalos del clan Pujol, que a este paso va a tener que ir a votar en masa escoltado por sus abogados y/o por la Guardia Civil.

Si el año ya se presentaba más movido que una conga, ahora resulta que entre la col de las elecciones de mayo y la de las generales en noviembre, tendremos la plúmbea lechuga de las catalanas, en las que ya, de momento, ERC se ha apuntado el primer tanto al no ir en comandita con CiU, que era lo que quería Mas.

A partir de este momento, lejos de dejar de dar la tabarra, el presidente más rápido a la hora de desenfundar unas urnas que no se sabe para qué se molesta en desmontar, nos intentará enredar en el debate de si las elecciones van a ser plebiscitarias o no. No se crean nada, porque las elecciones plebiscitarias, aunque son las que él busca porque son las únicas que dejarían su gestión fuera de un debate monotemático, no existen como tal en la Ley Electoral de este país que sigue siendo el suyo.

Ahora habrá qué ver cómo va evolucionando el recurso sobre la admisión a trámite de las querellas en su contra por un delito de desobediencia, porque tendría bemoles que después del trienio que nos está dando el señor Mas, al final no se pueda presentar como candidato.