Cástor Díaz Barrado

Poder económico

La reciente visita que ha realizado el presidente Obama a México refleja, muy claramente, el interés que Estados Unidos tiene no sólo por mantener unas buenas relaciones con su vecino del sur, sino, sobre todo, la clara intención de establecer una alianza estratégica permanente y duradera en el norte de América, algo que se viene haciendo efectivo, de manera paulatina, desde primeros de los años noventa del siglo XX. México y Estados Unidos, en unión con Canadá, están en una situación inmejorable para establecer y potenciar un proyecto de integración económica que beneficie a todas las partes y que ya está teniendo consecuencias en la configuración del continente americano. Todavía nos encontramos, sin embargo, en una fase muy poco avanzada de la integración económica en Norteamérica y falta mucho, desde luego, para que se alcance un grado en la integración similar a la que acontece en la Unión Europea. Pero el camino ya se ha emprendido y se ha optado por seguir como criterio, preferente, la instauración de fuertes lazos de carácter económico que deberían llevar con el tiempo a la creación de un mercado común. Habrá que superar, ciertamente, la etapa actual, en la que predominan las relaciones basadas en el libre comercio y alcanzar mayores niveles de integración económica que, sin duda, traerán consigo consecuencias en lo político y en lo social. Pero la decisión ya está tomada y todo hace prever que, en un tiempo no muy lejano, comiencen a hacerse realidad esfuerzos en integración que conduzcan hacia un espacio común en esa zona del planeta. México ha optado, por lo que se ve, por relanzar sus relaciones con Estados Unidos y Canadá y tendrá que hacer numerosos esfuerzos para conservar los elementos latinoamericanos de su política exterior. De alguna manera, México podría constituirse en el puente para una relación más fluida entre el sur y el norte del continente americano. Por eso, no debe extrañar que, de forma concomitante, la visita del presidente de los Estados Unidos haya tenido lugar, también a Centroamérica. México va acomodando su política exterior a esta nueva realidad, pero su alianza con Estados Unidos traerá, también, cesiones por parte de este Estado en algunas de las cuestiones que, para las autoridades mexicanas, son capitales, tales como las migratorias y la lucha contra la delincuencia organizada. Por ahora, las relaciones en esta zona se expresan, sobre todo, en términos económicos y están a punto de dar el salto, en términos de integración, en el ámbito de lo político y lo social.